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sábado, 3 de agosto de 2013

Pueblos Alemanes en Coronel Suárez, Provincia de Bs. As.-

 

 

Están en las afueras de Coronel Suárez, cabecera del partido homónimo. Son encalves rurales del suroeste de la provincia que surgieron en el paraje Sauce Corto con la 50 familias llegadas de Rusia hacia 1887.

La llanura ulterior, las estancias, los potreros, los rumbos que fatigan los reseros, el paciente planeta que perdura... Así describe un poema de Borges –dedicado a su bisabuelo Manuel Isidoro Suárez, a quien la ciudad debe su actual nombre– el paisaje que circundaba lo que luego sería la pujante Coronel Suárez, allá por el año mil ochocientos treinta y tantos.

Y mirando las fotos de Josi de Lusarreta –una seguidilla de imágenes de estaciones abandonadas y galpones de chapas grises bajo cielos aún más grises, perros omnipresentes y paredes semiderruidas donde la humedad hace aflorar mundos sobrenaturales (como en el Chico Carlo de Juana de Ibarbourou)– podría decirse que Coronel Suárez es también “el epicentro de los amaneceres y las nieblas más envolventes y más bellos” de la provincia de Buenos Aires.

Además de fotógrafa, Josi es propietaria y anfitriona de La Casa Hotel Boutique, una magnífica casona de ocho dormitorios, de estilo francés, que su abuelo Carlos mandó construir circa 1926 y aún conserva los pisos, el mobiliario y el empapelado originales. Hermosa e imponente como es, La Casa cumple felizmente el destino que Josi y sus tres hijos imaginaron para ella: ser un lugar acogedor, familiar, “una casa para venir a dormir”... aunque las amplias salas de la planta baja y los jardines también invitan al dolce far niente en las largas horas del día.

Así, luego de un reparador descanso, salimos a ver lo que vinimos a ver: las vecinas colonias Santa Trinidad, San José y Santa María, un testimonio vivo de la presencia de los alemanes del Volga en nuestro país.
 
 
Gansos y gallinas
 
Memorias rusas
Las tres colonias todavía conservan sus anchos y sobriamente arbolados bulevares, la capilla que opera como axis mundi, las típicas casas de piedra, adobe o ladrillo oscurísimo y galerías adornadas con cenefas, e incluso algunas , muy pocas, hechas con glebas cortadas directamente de la tierra reseca y trenzada de raíces.
Las tres siguen estando pobladas por gentes de ojos azules y pelo rubio o cobrizo. Como Julio Hartman, organizador de los célebres campeonatos de “kosser” –una variante del Knochenspiel o juego de los huesos, un juego tradicional de los soldados rasos cuyo origen se remontaría a la Guerra de los Cien Años y que actualmente, de todos los lugares del planeta Tierra, sólo se practica en Coronel Suárez–.

Sin perder la sonrisa, Julio nos cuenta la dura historia de sus abuelos, que en cierto modo refleja la de todos los colonos volguenses. “Mis antepasados fueron a trabajar la tierra a las estepas rusas, al sur del río Volga, en los tiempos de la emperatriz Catalina II. Pero después los rusos ya no los quisieron allí y les ofrecieron tierras en Siberia... donde había que luchar contra el hielo y el frío y combatir con fuego a los osos para salvar las cosechas... Y luego de muchas tribulaciones, llegaron a América en un vapor sin rumbo”.

Ese misterioso vapor sin rumbo al que alude Julio era el Strasburg, y en él llegaron las primeras 50 familias alemanas que se instalaron en el paraje Sauce Corto, hacia 1887, dividiéndose en las tres colonias que hasta hoy perduran. Labradores de pura raza, los “alemanes del Volga” despejaron pajonales, piquillines y cortaderas para sembrar el así llamado trigo “ruso” y poco a poco fueron construyendo sus casas, distribuidas según el trazado de las antiguas colonias europeas sobre calles de una sola salida. Muchas de esas primeras viviendas pueden verse todavía en la zona de la Manchurria, en la colonia Santa María, y otras construcciones más recientes, de estilo italianizante o neoclásico, en las colonias San José y Santa Trinidad, por lo que conviene llegar munido de mapa para orientarse.
 
 La Parroquia San José Obrero
 
La Parroquia San José Obrero, con sus dos altas torres coronadas por sendas cruces doradas, se yergue desde 1927 en la colonia 2. Tiene 71 vitrales traídos de Europa y bancos suficientes para albergar a 600 personas –aunque el padre Mario subraya con humor que “como muchas otras, esta iglesia tiene un defecto: no la llenamos”–. Su mayor encanto son las “pinturas encubiertas” que, con ojo avezado, pueden descifrarse en las columnas: el rostro de Cristo, la Virgen Niña y el nombre de Imelda Schwindt, el amor secreto del anónimo pintor que decoró pilares, techos y paredes. Dicen que Imelda vivía frente al templo y que él, rechazado por los padres de ella, le susurró al oído: “Cada vez que entres en la iglesia, te acordarás de mí”. Fiel a su promesa, trazó las letras del nombre de la amada imposible en una columna, junto al banco que ocupaba la familia.

Pero si de historia y costumbres volguenses se trata, nada mejor que visitar el Museo La Palmera – Unsere Leude, situado en una reserva natural a un kilómetro del centro de la colonia Santa María. Pedro Schwerdt, su ingenioso director, nos invita a contemplar las deslumbrantes maquetas realizadas por su suegro Alejandro Streitenberger Maier, músico, inventor y filántropo: equipos de trilla accionados por un pequeño motor, carros, casillas, trenes, norias y molinos para la extracción de agua, cosechadoras, un zimbal, un extraordinario porta-reloj y hasta una bizarra y puntillista guillotina en homenaje a la Revolución Francesa. Antes de despedirnos, probamos los deliciosos kreppel –suerte de tortas fritas bien sequitas– que prepara la esposa de Pedro.

Y ya en tren de sabores y buena mesa (las colonias gozan de merecida fama en ese aspecto), dos recomendaciones de cocina de autor: Dominga, de Francisco Ciganda, que cada noche ofrece una sugerencia alemana; y Weimanhauss, de Javier Graft, con sus deliciosos maultaschen y wickelnudells, también sólo por las noches.
 
 
Estación de D´Orbigny
 
Además de los alemanes
Hacia el norte y hacia el sur de Coronel Suárez, siempre por la RP85, los nombres de los pueblos y caseríos por los que el tren ya no pasa proponen un trayecto entre histórico y nostálgico: Bathurst, D´Orbigny, La Primavera, Otoño... A veces del todo abandonados, otras veces inesperados oasis en la mansa planicie enmarcada por serranías distantes. Y siempre los pastos altos y blandos sacudidos por el viento, las vías del ferrocarril como flechas apuntadas a un destino que ya no cumplen, franjas paralelas donde los niños juegan al equilibrista, trochas que gallos y gallinas merodean esquivos.

Cascada es uno de esos pueblos con estación y galpones todavía en pie, y es también una excepción a la regla: el césped de la plaza está cortado al ras, las hamacas oscilan en sus soportes, las casas deshabitadas parecen haber sido pintadas hace poco... Don Hipólito Rojo, empleado del ferrocarril durante “cuarenta y seis años, cuatro meses y cuatro días”, nos aclara el misterio (que perezosamente ya atribuíamos a la laboriosa mano de una cuadrilla fantasma o a la intervención extraterrestre).
 
 “La municipalidad de Coronel Suárez lo mantiene así por pedido de los antiguos pobladores. El 11 de noviembre de cada año festejamos el aniversario de Cascada con asado, orquesta y baile. Y el último domingo de cada mes viene el cura a dar misa en la capilla, como hoy. Y nosotros venimos a escucharlo. Fíjese...”, dice. Y señala hacia la entrada del pueblo, donde empiezan a aparecer los primeros autos y bicicletas de la pequeña caravana de cascadenses que, como en los cuentos con final feliz, regresan (aunque sea por un ratito) al pago que los vio nacer.
 
Datos Útiles
Alojamiento
 La Casa Hotel Boutique.
Av. Alsina 313, esquina Lamadrid.
T: (02926) 42-2222.
lacasadelusarreta@gmail.com
www.lacasa-hotelboutique.com
De Josi de Lusarreta, la magnífica casona familiar de estilo francés cuenta con ocho amplísimas habitaciones de distintas categorías, una de ellas en planta baja.
 
Comidas
WeimannHaus.
Av. 11 de Mayo 1295. Colonia Santa María.
T: (02926) 49-4360.
FB: WeimannHaus.
El chef Javier Graft deleita a sus comensales con típicos platos volguenses. Viernes y sábado por la noche, domingos al mediodía.
Dominga.
Av. Alemanes del Volga 4475. Colonia San José.
T: (02926) 42-1055.
FB: Dominga Restó.
Francisco Ciganda tiene cada día una sugerencia alemana. Todos los martes, degustación de fiambres y pastas volguenses. Martes a sábado sólo noche; domingos mediodía y noche.
Artemio Gramajo
Brandsen y Belgrano.
T: (02926) 42-3011.
Pastas y regionales. El único que queda felizmente abierto pasadas las dos de la tarde.
 
Museo
Museo La Palmera
A la vera del arroyo Sauce Corto. Colonia Santa María.
T: (02926) 15 40 7377.
lapalmera@sanjosecoop.com.ar
www.museoalemanesdelvolga.blogspot.com.ar
Abierto los fines de semana de 14 a 18. Para otros horarios y días, concertar cita con su director, Pedro Schwerdt.

Teresa Arijón.
Revista Lugares
Edición 204
Fotos: Nacho Arnedo

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