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domingo, 26 de diciembre de 2010

Jerusalen: Destino de culto


Jerusalen moderna

Sagrada para judíos, cristianos y musulmanes, visitarla es una experiencia religiosa, incluso más allá de los límites de la cautivante Ciudad Vieja

Es el lugar del planeta donde la mayoría sueña con una paz que no llega. También es una de las pocas capitales que no es reconocida oficialmente como tal. Sin embargo, eso no le impide ser una de las ciudades más fascinantes.

Con su variedad de culturas y religiones, Jerusalén se abre al mundo, devela algunos misterios de la historia y esconde muchos otros. Considerada mundialmente como la cuna de la civilización, Jerusalén tiene un significado histórico para tres de las más importantes religiones y ha demostrado con los años ser irresistible no sólo para los arqueólogos, sino también para los turistas, cualquiera que sea su fe.

Algunos se sienten atraídos por los monumentos religiosos; otros, por la gran variedad de paisajes, y otros, por el fascinante contraste entre lo moderno y lo antiguo. Pero todos coinciden en un mismo encanto: recorrer las huellas de la historia desandando los mismos caminos que el patriarca Abraham hace 4000 años, que Jesús hace 2000 o que el profeta Mahoma hace poco más de 1000.

Las murallas de la Ciudad Vieja, los arcos romanos y los bastiones otomanos se entrecruzan con los modernos edificios y centros comerciales. "Aquí descansó Mahoma antes de ascender al cielo", cuentan unos y señalan la cúpula dorada que se convirtió en una de las postales de Jerusalén.

"Estas son las ruinas del segundo Templo", aclaran otros con sus ojos puestos sobre una pared milenaria. Mientras unos más allá señalan una fastuosa iglesia y aclaran: "Allí estuvo enterrado Cristo". En Tierra Santa se encuentran todas las confesiones cristianas (católicos de seis ritos distintos, ortodoxos y protestantes), el judaísmo tiene su centro religioso y político, y la presencia musulmana es imponente. De eso se trata Jerusalén, un lugar donde conviven todos. Al mismo tiempo y por separado.


Vía Crucis
Recorrer las angostas calles de la Ciudad Vieja no es sencillo. No tanto por su edificación, aún intacta con los rasgos de hace miles de años, sino por la cantidad de gente. Este sector, con sus murallas de piedra milenaria, encierra tres lugares sagrados para las mayores religiones monoteístas del mundo. La cúpula dorada del Domo de la Roca, tercer sitio de peregrinación para los musulmanes después de La Meca y Medina; el Muro de los Lamentos, venerado por los judíos, y la iglesia del Santo Sepulcro, sitio de peregrinación para los cristianos.

Por eso miles de cristianos se dirigen diariamente a pocas cuadras de la Puerta de los Leones, en el sector musulmán de la Ciudad Vieja, con objeto de emprender y revivir el Vía Crucis. "Cristo ha cambiado el mundo", explica convencida Norma, una española de 78 años que junto a un grupo de correligionarios se muestra dispuesta a desandar el camino del Calvario que la conducirá al Santo Sepulcro.

Esta iglesia, a cargo de franciscanos, griegos ortodoxos y armenios ortodoxos, representa uno de los sitios más sagrados para los cristianos y reúne a fieles venidos de todas partes del mundo (se calcula que es visitada diariamente por unas 5000 personas). Para los creyentes, en el lugar de la sepultura y resurrección de Jesús culminará su peregrinaje a Tierra Santa.

Para los judíos que llegan a la Ciudad Vieja el recorrido será hacia el Muro de los Lamentos, signo de disputa desde hace años y que simboliza el corazón del judaísmo. A simple vista representa una inmensa pared, pero el muro occidental, parte de lo que quedó del Segundo Templo de los judíos tras ser destruido por los romanos en el año 70, posee un enorme significado político y religioso. Es allí donde miles de personas que se acercan depositan un papelito escrito de puño y letra entre las piedras. Todo aquel que llegue a este sitio, celosamente vigilado por los sectores ortodoxos, podrá percibir la mística que se desprende en cada rezo.

Asimismo, el principal sector judío, que ocupa la parte sudoriental de la ciudad, contiene la Puerta de Sion, al sur de la cual se encuentra el monte del mismo nombre y la tumba del rey David, este último un sitio que antiguamente, antes de la Guerra de los Seis Días, reemplazó durante muchos años el lugar en el que los judíos se lamentaban por la destrucción del Gran Templo, cuando el actual Muro de los Lamentos estaba en poder de los palestinos.

Muro de los lamentos

En los alrededores
Mucho se habla de la Ciudad Vieja, pero lo cierto es que toda Jerusalén es una ciudad mágica, que aún esconde secretos, pero que también muestra encantos por doquier. Para eso es necesario empezar a caminarla también por afuera de sus murallas.

Las inmensas puertas que interrumpen el muro de la ciudad antigua permiten ingresar a otro mundo. Con tan sólo unos pasos, todo cambia. Nada es lo mismo. Un claro ejemplo de eso es la Puerta de Yafo, en cuya salida se encuentra el shopping Mamila, donde tienen sus vidrieras algunas de las marcas más reconocidas mundialmente.

Pero no todo es shopping y tumultos de gente. Aunque muchos no lo crean, en Jerusalén también es posible caminar tranquilo en medio de soñados paisajes y librados del rugido de los motores. Para tal caso es aconsejable optar por las tranquilas calles del barrio Montefiore, apostado frente a la Ciudad Vieja y con una paz envidiable. Allí, las casas respetan una fisonomía común y se erigen alrededor de un viejo molino.

Sin embargo, también hay opciones de las más diversas para quienes quieran hurgar un poco más en la historia, antigua y contemporánea. Es allí donde resulta ineludible la visita a Yad Vashem, el Museo del Holocausto. Enclavado en medio de un verde bosque, es uno de los sitios más emblemáticos de Israel, en el que un ambiente sombrío invita a recorrer los tenebrosos y oscuros años del genocidio nazi.

El Shuk

De compras y regateo, por el Shuk
Podría considerarse el reino de la mentira. Pero muchos lo consideran el planeta del regateo. De una u otra forma se refieren a lo mismo: el Shuk. "Argentino, amigo, venga, mejor precio." Ese manojo de palabras sale de la boca de Aram, un árabe de apenas 28 años que trabaja en el local polirrubro de su padre. No es que hable castellano, pero tampoco posee conocimiento de portugués y al mismo tiempo intenta seducir a una pareja de jóvenes brasileños.

El Shuk, tradicional mercado árabe que ocupa casi la totalidad de las calles del sector cristiano y musulmán de la Ciudad Vieja, es un lugar en el que nada vale lo que dicen que vale. El precio varía según la cara de quien pregunte y la hora del día, así como de cuán buena haya sido la jornada laboral en términos económicos.

"El que no llora no mama", reza un pasaje del conocido tango de Enrique Santos Discépolo. Y nunca más aplicable a este micromundo que se abstrae de cualquier religión, aunque está enclavado en uno de los lugares más sagrados del mundo. La regla número uno en este lugar es negociar todo. Desde una botella de Coca-Cola en el quiosco hasta un colorido vestido en el local más grande. Y como si eso fuera poco, acá los conflictos religiosos parecen no importar, hasta tal punto que es común ver a un árabe ataviado a su manera tradicional clásica vendiendo productos de la religión judía o un rosario de madera.

Aram intenta explicar lo inexplicable: la lógica de este mercado. Sin soltar en ningún momento su narguile (una pipa a base de agua), relata que desde muy chico se crió en el local de su padre en el Shuk. De origen árabe, Aram vive prácticamente en ese local, si se tiene en cuenta que durante la semana abre las puertas pasadas las 8 y las cierra cerca de las 21. Al ser consultado sobre el porqué de los precios, después de un breve silencio admite que es una costumbre antiquísima. Y al día de hoy se sostiene a rajatabla. Tanto es así que una pashmina de cashmere que nos ofrecen por 200 shekels (el equivalente a 210 pesos) la terminamos pagando 25 shekels (unos 26 pesos).

Es realmente agotador caminar por las calles del Shuk, pero no por la extensión de las calles, sino por los gritos y la necesidad de estar atento en todo momento para no ser traicionado a la hora de comprar. Sin embargo, después de largas horas de recorrido, los turistas, lejos del agotamiento, salen con sus bolsas cargadas y una sonrisa en la cara.

Domo de la Roca

Imperdibles de la Ciudad Vieja
1. SANTO SEPULCRO
La más polémica iglesia de los cristianos encierra los lugares de la crucifixión y la resurrección de Jesús. Fue reconstruida en varios momentos de la historia antigua.

2. MURO DE LOS LAMENTOS
Con sus piedras milenarias, el fragmento del muro occidental del templo representa el lugar más sagrado para el judaísmo. Se puede visitar en cualquier horario.

3. TORRE DE DAVID
Esta fortaleza en la Puerta de Yafo, también conocida como Ciudadela, brinda un imperdible show de luces nocturno en el que se relata la historia de Jerusalén.

4. TUNELES DEL KOTEL
Los impactantes túneles del muro occidental (Minharot Hakotel, en hebreo) permiten recorrer fascinantes hallazgos arqueológicos. Hay que reservar con anticipación.

5. JARDIN ARQUEOLOGICO
Al pie del Monte del Templo cuenta con estructuras de la época de Herodes y vestigios del paso de los romanos.

Plan de acción, en cinco días
La estada en una ciudad depende de las prioridades de cada viajero. Sin embargo, aquí proponemos un itinerario para conocer Jerusalén sin dejar nada importante afuera.

Día 1. Tour por la Ciudad Vieja de medio día para recorrer los sitios más destacados. Por la tarde, la mejor opción será aprovechar para hacer compras en el Shuk.

Día 2. A seguir caminando, pero por la ciudad nueva. En una mañana se puede pasear por la avenida Ben Yehuda (como Florida en el microcentro porteño) para luego sumergirse en Mea Shearim (con vestimenta con recato), el barrio de la comunidad judía ultraortodoxa. Por la tarde, una opción más relajada físicamente, aunque se hará sentir como un golpe bajo: Yad Vashem, el Museo del Holocausto.

Día 3. Con ánimo de salir un poco de la ciudad, lo ideal es la excursión a las ruinas de la impactante ciudadela de Masada. Después, relax en las playas del Mar Muerto. Y a la hora de las compras, el shopping Mamila.

Día 4. Recorrer a pie el barrio Montefiore, a pocas cuadras de la Ciudad Vieja, rodeado de hermosos espacios verdes. Después, ascenso al Monte de los Olivos, desde donde se aprecia la vista más impactante de Jerusalén. Y poco antes del anochecer, el Museo de Israel, donde se pueden ver los famosos rollos hallados en el Mar Muerto.

En el último día en Jerusalén, por la mañana quedará pendiente ir con una excursión a Belén, apenas a 10 kilómetros. Ahí se podrá visitar la Iglesia de la Natividad y la tumba de Raquel, una de las matriarcas del pueblo judío.

Iglesia de la Natividad en Belen, a 10 Km. de Jerusalen

DATOS UTILES
Como llegar desde Buenos Aires
El pasaje aéreo (ida y vuelta) a Tel Aviv cuesta alrededor de US$ 1600, con tasas e impuestos incluidos.

Alojamiento
Existe una gran variedad de oferta. Una habitación doble en un hotel tres estrellas se puede conseguir desde US$ 70, y en uno de cinco estrellas desde 160, según la temporada.

Visa
Los argentinos no la necesitan si la estada no supera los 3 meses. Unicamente es indispensable el pasaporte con al menos seis meses de validez a la fecha de entrada.

Excursiones
Un tour por Jerusalén (día completo), incluyendo la Ciudad Vieja y la nueva, cuesta unos 70 dólares. Sólo el recorrido por la Ciudad Vieja cuesta 45. Hay guías en castellano.

Juan Pablo Bacino (Enviado especial)
La Nación - Turismo
Fotos: Web

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