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sábado, 29 de septiembre de 2007

La costa de las maravillas

Ballenas, pingüinos, guanacos, maras, elefantes marinos, aves: la extensa y casi virgen región patagónica es uno de los mejores destinos del mundo para el avistaje de fauna, con miles de kilómetros de costa atlántica. Desde la comarca Carmen de Patagones-Río Negro, puerta de entrada a la Patagonia, un itinerario con paradas en Las Grutas, Puerto Madryn, Península Valdés, Punta Tombo, Camarones, Puerto Deseado, el PN Monte León y Tierra del Fuego.

Si se pudiera, a la manera del fantástico viaje de Nils Holgersson, subirse a un ave y sobrevolar aferrados a sus alas el extenso territorio de la Patagonia costera, se podría lograr una maravillosa vista de un paraíso faunístico como quedan pocos en el mundo. Unos 4000 kilómetros de costa se extienden desde el sur de la provincia de Buenos Aires, donde el paisaje ya toma características patagónicas, hasta Tierra del Fuego: y esos miles de kilómetros de costas recortadas, acantilados y playas, siempre barridas por el viento y bordeadas por un mar de profundo azul, son el refugio de especies en peligro de extinción, o muy difíciles de ver. Se puede planificar un recorrido minucioso, de norte a sur, teniendo en cuenta que no es lo mismo viajar en cualquier temporada, sino que hay que tener en cuenta tanto los rigores del clima como el ritmo de las migraciones. Lo mejor es, una vez armado el itinerario, contactar en cada lugar a los guías especializados, que conocen los secretos de cada rincón y la forma ideal de aproximarse a cada especie, para garantizar su protección y la de su ambiente.

El momento más esperado. La fantástica cola de la ballena se levanta con una cortina de agua. Foto: Leandro Teysseire

El tramo norte
Carmen de Patagones y Río Negro, ciudades situadas a ambas márgenes del río Negro, pero cada una en una provincia distinta, conforman una única comarca turística. Es la puerta de entrada a la Patagonia y un lugar a recorrer por su interés histórico –en particular del lado bonaerense– y natural. La RP 1 (o “ruta de los acantilados”), que bordea la costa desde Viedma, une la capital rionegrina con San Antonio Este, y en el camino sorprende con parajes inéditos por su belleza y soledad. Un poco más allá de El Cóndor, donde se recomienda la parada para emprender la travesía de los siguientes kilómetros, hay que bajar en El Espigón, donde los acantilados patagónicos forman caprichosas siluetas moldeadas por el agua y el viento. No muy lejos se encuentra la reserva de Punta Bermeja, donde se observa el primer apostadero de lobos marinos de un pelo en la Patagonia: el lugar es ideal, con balcones ubicados sobre los altos miradores naturales, y permite divisar también el paso de las ballenas francas, toninas overas y orcas.

Un poco más allá, pasando las hermosas playas de Bahía Creek, la Caleta de los Loros –una zona de playas arenosas con médanos y canales por donde ingresa el mar–, les debe el nombre a los loros barranqueros que pueden verse (¡y sin duda oírse!) con frecuencia, al amparo de las altas paredes de roca de los balnearios de este tramo de la costa. Más adelante en la ruta, en Punta Mejillón también hay una pequeña colonia de lobos marinos. Hay que tener en cuenta que toda la región es solitaria, con escasos puntos donde aprovisionarse, de modo que el viaje debe planificarse teniendo en cuenta posibles imprevistos y también los tramos no asfaltados de la ruta costera.

Juego de delfines en las azules aguas de Puerto Madryn. Foto: Leandro Teysseire

San Antonio y Las Grutas

Verdadera perla rionegrina, que en los últimos años está siendo descubierta por el turismo más allá de las fronteras de la Patagonia, Las Grutas es uno de los grandes centros de la región costera, entre Viedma y Puerto Madryn. Es “el lugar” para la vida de playa, con sus aires mediterráneos, las cuevas excavadas por el mar en los acantilados y los famosos piletones donde se acumula el agua salada durante la bajamar. Pero Las Grutas también forma parte de la Reserva Natural Bahía de San Antonio, que se extiende desde San Antonio Este hasta El Sótano, protegiendo unos 45 kilómetros de playas paradisíacas, blancas y turquesas por el contraste de las arenas de conchilla y el color del mar.

Para las aves, en particular los chorlos playeros, estas costas son fundamentales como refugio y descanso en su ruta entre Tierra del Fuego y el Polo Norte: estas especies se alimentan de pequeños moluscos, cangrejos y otras especies en los humedales costeros, ideales entonces para avistar las aves en las etapas de su largo recorrido. Y no hay que olvidar que por las aguas del Golfo San Matías transitan también las ballenas francas australes, que aunque son la gran estrella del turismo un poco más al sur, en torno de Puerto Madryn, también están empezando a ser protagonistas en este tramo de costa, con una renovada oferta de avistajes.

En Puerto Deseado, el diminuto y llamativo pingüino penacho amarillo

El show de la fauna
Hay que recorrer 260 kilómetros desde Las Grutas para llegar a Puerto Madryn, capital nacional del buceo e hito patagónico insoslayable para quienes viajan buscando avistar fauna, ya que representa uno de los principales puntos de acceso, junto con Trelew, a la Península Valdés. Las famosas ballenas francas, que se verán en Madryn desde todos los ángulos, en todas las representaciones, de todos los tamaños y de todos los colores, se pueden avistar desde la mismísima playa, en El Doradillo, apenas unos kilómetros saliendo de la ciudad. Aunque siempre vale la pena llevar un par de prismáticos, a simple vista se las ve saltar y hacer piruetas, jugando con sus crías en el agua: el espectáculo sin duda da ganas de verlas más de cerca... y para eso hay que irse hasta la Península Valdés (previa parada en la pequeña reserva de lobos marinos que se encuentra en Punta Loma, camino a Cerro Avanzado).

La península, desde el pequeño poblado de Puerto Pirámides, es el punto de partida de las excursiones embarcadas que, en travesías de una hora como mínimo, se acercan hasta pocos metros de las ballenas. En las mismas aguas conviven delfines y toninas overas, que a veces escoltan los catamaranes en una danza natural digna de verse.

Al regresar a tierra, hay que seguir las rutas de la Península Valdés que llevan hacia otros importantes centros de avistaje de fauna: Punta Delgada, con su apostadero de imponentes elefantes marinos, Punta Norte, donde hay lobos y elefantes, y Caleta Valdés. En el camino, se puede tener la suerte de cruzarse con alguna mara, la huidiza liebre patagónica que tiene su territorio amenazado por la expansiva liebre europea, choiques y guanacos. Y, tanto al entrar como al salir de la península, hay que detenerse en el centro de interpretación y observar desde la costa la Isla de los Pájaros, una reserva de aves donde anidan numerosas especies marítimas, algunas de las cuales también se pueden ver con facilidad en las costas de Puerto Pirámides: gaviotas, gaviotines, ostreros, cormoranes y biguás.

Siguiendo hacia el sur, a unos 150 kilómetros de Puerto Madryn, espera otra extraordinaria reserva: es Punta Tombo, sede de una impresionante colonia de pingüinos magallánicos, que todos los años de octubre a marzo forman pareja, anidan, nacen y se reproducen en este lugar. Fieles a ultranza, vuelven cada año con la misma pareja al mismo nido, y es posible tenerlos a escasos centímetros, con su andar gracioso y su silueta estilizada, desplazándose por la costa pedregosa hasta lanzarse grácilmente al mar.

Una foto para otra de las estrellas de la Patagonia: los pingüinos de Punta Tombo

Alla en el Sur
Sin embargo, Punta Tombo no es el único lugar de la costa chubutense donde observar pingüinos: aún más al sur, Camarones –ubicado entre Trelew y Comodoro Rivadavia– es un extraordinario lugar de la costa chubutense que está empezando a cobrar relevancia en el calendario turístico. La localidad es bien conocida para los amantes de la pesca de altura, que llegan hasta aquí en el mes de febrero para la Fiesta Nacional del Salmón, pero sobre todo para los entusiastas del safari fotográfico y el avistaje de animales que recorren la Ruta 3: en la Reserva Cabo Dos Bahías –inserta en un maravilloso paisaje de caletas que permiten el ingreso del mar en la estepa– se pueden ver no sólo pingüinos de Magallanes sino también ñandúes, guanacos, zorros, liebres y otras especies, por no hablar de la riqueza de sus aguas en frutos de mar. Para otros, es el lugar ideal donde practicar buceo y caza submarina.

Con su aire intacto de pueblo pionero, Camarones tiene una larga historia: ya en tiempos de los navegantes españoles se había asentado un grupo de hombres que bautizó la zona como provincia Nueva León, y pese a las condiciones adversas del clima y la distancia, la actual Camarones –oficialmente fundada el 10 de octubre de 1900– siguió firme junto al Atlántico, asegurando la existencia de una estación meteorológica y un servicio de correos. Siguieron la escuela, el juzgado de paz, los primeros médicos, dejando atrás los tiempos en que naufraga, frente a las costas de Camarones, el buque Villarino, que había traído los restos de San Martín desde Francia.

Aunque pequeño, Camarones –que hoy vive sobre todo de la pesca y del turismo, como principal punto intermedio entre Trelew y Comodoro Rivadavia– tenía sin duda un destino de historia: aquí pasó algunos años de su infancia, por el trabajo de su padre, Juan Domingo Perón, a quien hoy está dedicado un museo local que reconstruye el aspecto de su casa. Más al sur aún de Camarones, a unos 90 kilómetros, se llega a Bahía Bustamante, un pueblo dedicado a la recolección de algas y verdadera punta de riel de este paisaje extraordinario de la meseta patagónica. Casi virgen aun para el turismo, es uno de esos lugares que se quisiera ver siempre al margen de la llegada masiva de visitantes, para preservar la pureza del ambiente y de la fauna. Aquí se pueden ver numerosas aves marinas: las grandes y predadoras skua, las gaviotas de orlog, petreles gigantes, patos vapor, y desde luego pingüinos de Magallanes, que en Bahía Bustamante tienen una colonia de varias decenas de miles de individuos.


Un lobo marino ostenta todo su porte sobre las rocas de la costa patagónica

Pingüinos santacruceños
Aunque el “pingüino argentino” por excelencia es el de Magallanes, Santa Cruz tiene una sorpresa reservada a los “cazadores de fauna” (en foto, claro): y una sorpresa muy de moda, ya que acaba de ser protagonista en Reyes de las olas y personaje de reparto en Happy Feet, dos películas infantiles que pusieron nuevamente en el candelero a los otrora “pájaros bobos”, ya lanzados al estrellato por el documental francés La marcha de los pingüinos.

En Puerto Deseado se espera, para fines de septiembre, la llegada de una colonia de pingüinos de penacho amarillo a la Isla Pingüino, situada a unas once millas náuticas (unos 20 kilómetros) de la localidad santacruceña. Alrededor de 30.000 aves llegan cada año a la isla, entre septiembre y abril: es el único lugar de nuestro continente donde se puede conocer esta especie, la más pequeña de la familia de los pingüinos, de sólo 55 centímetros de altura (hay otros pero prácticamente inaccesibles, en las Malvinas e islas subantárticas). Activos y fáciles de distinguir por la ceja de plumas amarillas que coronan sus ojos rojos, estos ejemplares viven a base de krill, pulpitos, calamar, moluscos y crustáceos. Como sus hermanos magallánicos, parecen amigables: sin embargo, hay que cuidarse mucho de cualquier gesto que les pueda parecer amenazante para sus crías, ya que tienen el picotazo fácil y listo para ahuyentar presencias indeseables.

Santa Cruz tiene otro paraíso faunístico aún más al sur, en el Parque Nacional Monte León, en proceso de creación, situado en un panorama donde la costa patagónica despliega toda su hermosura. Como si cuanto más aislado más bello fuera el lugar, aquí parecen darse cita las más variadas especies, en especial aves marinas. Ya viejos conocidos, se puede encontrar una colonia de pingüinos de Magallanes, con unos 6000 ejemplares, además de cormoranes, gaviotas cocineras y australes, garzas brujas, petreles, ostreros y también lobos marinos, una especie que durante muchos años sufrió el fuerte asedio de la caza (se ven en la zona conocida como Cabeza del León). No es todo: se pueden avistar a su paso las ballenas francas australes y un apostadero de elefantes marinos en la zona de Pico Quebrado.

Monte León, sin embargo, no es sólo un parque marítimo: tierra adentro, la fauna de la estepa espera ser descubierta. Se trata de la mara, una vez más, que no por mayor distancia corre menos peligro, y de numerosos roedores de hábitos tanto diurnos como nocturnos. Vistosos guanacos y otros habitantes, como los zorros, completan un panorama de enorme riqueza, junto a los choiques, martinetas, águilas moras y algunos escasos reptiles.

... y el ultimo tramo
Pasado el último punto de la Argentina continental, sólo queda por recorrer la isla de Tierra del Fuego. Aquí el panorama cambia, por las últimas estribaciones de los Andes y las zonas boscosas que distinguen estos territorios de las mesetas y estepas situadas más al norte. El guanaco y el zorro colorado son especies autóctonas fueguinas: pero como en otros lugares de nuestro territorio, compiten con especies exóticas como el conejo, la rata almizclera y en particular el castor, que fue introducido con fines de aprovechamiento de la piel y hoy es una plaga reconocida, que modifica constantemente el paisaje a fuerza de construir diques.

Durante las navegaciones por el Beagle desde Ushuaia se pueden ver también lobos marinos, que comienzan su etapa de reproducción a partir del mes de diciembre, pingüinos y otras aves. Petreles, cormoranes, lechuzones de campo y cauquenes son los más visibles, pero en verdad son decenas las especies, migratorias y residentes, que viven en esta alejada isla del extremo sur argentino.

Consejos para viajar
El verano, entre noviembre y marzo, es la época ideal para viajar a la Patagonia. El clima más benigno, pero siempre frío por las noches y ventoso, favorece las excursiones en busca de avistajes de fauna. La Ruta 3 es la columna vertebral de la costa patagónica, pero si hay tiempo vale la pena desviarse por los caminos provinciales o secundarios que llegan a zonas menos transitadas todavía, para aumentar las posibilidades de ver animales.

Según la especie que se desee ver hay que planificar el viaje. En la zona de Península Valdés, octubre es un buen mes: todavía hay ballenas, que se pueden ver hasta mediados de diciembre, y ya están los pingüinos. A partir de diciembre sólo quedan las últimas ballenas, pero están en su esplendor pingüinos, elefantes y lobos marinos. Los pingüinos, por su parte, dejan Punta Tombo y los demás apostaderos de la costa patagónica entre marzo y abril.

Los primeros tramos, hasta Las Grutas y Puerto Madryn, permitirán encontrar servicios con más facilidad, aunque siempre hay que planificar con cuidado la carga de combustible: existen largos tramos sin estación alguna y sin tránsito de vehículos que puedan ayudar en una emergencia.

Una buena opción es realizar parte del viaje en avión –por ejemplo hasta Puerto Madryn, Comodoro Rivadavia o Río Gallegos– y luego completar el viaje en autos de alquiler, de modo de reducir las extensas travesías por tierra.

Siempre antes de acceder a las áreas protegidas hay que consultar a los guardaparques o responsables del lugar para conocer las normas establecidas para la protección de la flora y la fauna: cada turista, si quiere sentir que es el primero en llegar a un lugar, tiene la obligación de preservarlo para los próximos visitantes. También por eso sólo se deben utilizar los senderos habilitados, tanto para tránsito vehicular como humano.

El equipamiento infaltable es una cámara fotográfica con teleobjetivo, abrigo y protección contra el viento, sombrero para protegerse de un sol que puede ser intenso, protector para labios frente a la acción del sol y el viento.

Graciela Cutuli
Pagina 12 - Turismo

viernes, 21 de septiembre de 2007

LOS BAQUEANOS DEL RÍO...

Los visitantes disfrutan de la pureza del aire y del agua. La natación y el remo son otras opciones, siempre acompañados por los Baqueanos.

Un proyecto de turismo comunitario cultural


Entrevista a Luis Cosita Romero
Más conocido como “Cosita” Romero –como le llaman desde su infancia– es, junto a Blanca Kruger, Raúl Roco, Julio Alberto Martínez, Alberto Grandoli, Carolina Romero, Humberto Roco, Antonio y Sixto Kruger, y Marcos, Diego y Leonardo Britos, uno de los fundadores del emprendimiento de turismo cultural comunitario “Baqueanos del Río”.

El proyecto comenzó en el año 2000 con el apoyo de Raúl Rocco y la Fundación Eco Urbano. Nosotros veníamos de una lucha por la defensa del río y considerábamos que había que seguir creando conciencia de lo que es el Paraná y generar trabajo creando un servicio de turismo distinto al que existía.

En el año 2001 tuvimos el apoyo de AVINA, que nos acompañó en la primera etapa, que fueron los cursos de capacitación, donde también tuvimos la colaboración de la Fundación Proteger. Después de dos años de trámites burocráticos en la Prefectura Naval, logramos que se cree el marco legal para poder comenzar con la actividad.

Nosotros creemos que somos las personas más apropiadas para realizar este emprendimiento: por nuestro conocimiento, porque sabemos cuáles son los mejores lugares para ir a pescar, los lugares en la isla donde la gente puede encantarse con la belleza de las playas, la arena, la frescura de la sombra y el canto de los pájaros. Las comidas en base a pescado que ofrecemos son elaboradas por las mujeres que integran el proyecto.

Nuestra presentación en sociedad la hicimos en el Seminario Internacional sobre Humedales realizado en setiembre de 2003 en la ciudad de Paraná. Allí la gente de la Prefectura nos entregó los certificados donde consta la aprobación de los cursos que hicimos con ellos. A partir de ahí hubo un trámite más para que nos den la libreta de embarque, que nos permite tener una habilitación profesional.

Un brazo del Paraná entre dos grandes islas. El río corre en una llanura aluvial de 40 kilómetros de ancho promedio; una especie de “delta” interior con altísima biodiversidad.

Después de tanto tiempo, de tanta lucha, hace entonces más de dos años que pusimos definitivamente en marcha las actividades. Ahora estamos trabajando, lo cual genera oportunidades y nuevos ingresos para quienes estamos involucrados con la cultura y con la vida de la gente del litoral fluvial.

Entonces los trabajadores del río tenemos hoy una nueva oportunidad para aprovechar y poner en valor nuestros conocimientos, para que la gente los pueda considerar, conocer y de este modo también aprender y difundir.

Esto es un intercambio cultural entre la gente que vive en el agua y la gente que viene de visita, donde hay un aprendizaje mutuo. Las experiencias siempre superan las expectativas de la gente. Es más, tenemos un libro donde los turistas dejan registradas todas sus opiniones.

No es sólo ir mirando sin ver
Pero lo importante de todo esto es la información que se llevan sobre el río. Con nosotros no van a ver solamente un paisaje como una tarjeta postal, sino que van a entender muchísimas cosas en profundidad: cómo es el comportamiento del río, la historia y las leyendas de la gente, sus costumbres, la cultura misma de las comunidades ribereñas. Es casi como la diferencia entre ver una película y ser protagonista.

Uno se puede encontrar con muchísimas cosas nuevas, cuestiones que tienen que ver con todo aquello que se desconoce. Porque por lo general la gente que viene desconoce, y si alguno conoce algo se va con mucha más información de la que tenía.

Por eso es importante para nosotros y para el visitante, para el turista, que no sólo sea un turismo de ir solamente mirando sin ver, sino de adentrarse en la naturaleza y aprender. Creo que eso es algo que no tiene precio. Además, nosotros nos encontramos con el reconocimiento de la gente, que es algo que siempre nos sorprende y nos alegra.

Las artes tradicionales y ancestrales de pesca pueden verse a lo largo del recorrido. En el Paraná hay más de 300 especies de peces.

Este tipo de turismo es importante para difundir lo que tenemos en la región, este ecosistema gigantesco. No solamente es una oportunidad para los que estamos aquí, sino una demostración de que estos emprendimientos pueden llevarse a cabo en distintas partes: pueblos chicos, ciudades, etc. Esto es una oportunidad para que todos los que queremos este río, estos ríos, podamos compartir esta experiencia, de eso se trata.

Nosotros llegamos también a esta actividad cuando en el año 2000, incluso antes, veníamos advirtiendo la degradación del río. Entonces junto con otros pescadores nos asociamos en esta idea y decidimos emprender este proyecto, que busca además la protección de este patrimonio natural único.

No fuimos todos los que llegamos, porque muchos quedaron en el camino. Llegamos a esto por una necesidad, por ver y sentir la degradación del ambiente y fundamentalmente la pérdida de la pesca. Para mí, como para otros, lamentablemente la pesca ya no representaba un medio de vida, pero no quería abandonar la vida en el río.

Generar conciencia para una sociedad mejor
Por esto es tan importante el hecho de que se encuentren otras aristas de oportunidad y entender que la pesca extractiva no es la única forma de usar los recursos del río y los humedales. Hay otras riquezas que pueden generar ingresos económicos, mejorar la calidad de vida de los pobladores ribereños y a la vez generar conciencia para una sociedad mejor y para aquellos que todavía no han entendido el mensaje. Un tema fundamental es que se comience a valorar esto que antes estaba desvalorizado.

Antes se creía que este río y estos humedales eran sólo era un lugar donde se amontonaban los mosquitos, áreas que no sirven para nada. Sin embargo ahora la gente se va de aquí como que han visitado el mejor lugar del mundo, con las mejores comodidades, como en los países que andan primero en turismo en lo que se refiere a infraestructura. Porque no hay duda de que éste es un río único en el mundo, un lugar, una gente y una cultura sin igual.

Acá no necesitamos grandes inversiones para poner mostrar el valor y el potencial que tenemos en riquezas y recursos naturales. Para que estos proyectos se puedan encaminar y puedan ser más viables, los gobiernos, las empresas y los que tienen posibilidades de apoyar tienen que ser facilitadores de los procesos de crecimiento de estas pequeñas empresas familiares o de cooperativas que además de generar trabajo digno son un paraguas contra el avance de la pobreza.

Gente de más de veinte países ha recorrido las islas del Paraná guiados por “Baqueanos del Río”

Sin embargo no dependemos de la ayuda del gobierno; tengo la triste experiencia de que siempre se han quedado atrás con las respuestas. Entonces antes de estar pidiendo preferimos caminar juntos con el grupo y hacer entre nosotros lo que podamos.

Recién cuando entiendan el verdadero valor de este trabajo, a lo mejor comiencen a invertir en todo esto, que además no es solamente para un grupo, es un ejemplo para muchísima gente.

Es también para exponer al mundo lo que tenemos: este gigantesco humedal del río Paraná para que lo disfrutemos, para que pensemos en un turismo que se sustente en el tiempo y que no que pase de moda.

Nosotros hacemos este servicio en el Paraná como guías de turismo comunitario cultural. Hacemos recorridas por el río con guías de pesca, campamentos, salidas para hacer fotografías y también tenemos servicios de comidas típicas –tanto para los visitantes como para eventos donde se hacen presentaciones, reuniones o congresos.

Somos unas quince personas. A veces la gente se viene a ofrecer pero nosotros no podemos darle un lugar, no podemos generar más trabajo hasta que no podamos cumplir mínimamente con asegurar algo. Si no alcanza para distribuir no podemos compartir con más gente, entonces el proceso es lento. Tal vez se dan así las cosas, tal vez en algún momento despegaremos; por el momento estamos correteando. Pero lo más importante es que estamos funcionando y en marcha.

Para contactarse con Baqueanos del Río
Celular: 0343 - 156112170
Celular: 0342 - 154 484296
Tel.: 0342 4558520
email: rios.proteger@arnet.com.ar

Fuente: http://www.proteger.org.ar/doc592.html
Fotos: http://www.proteger.org.ar/doc591.html
video http://www.proteger.org.ar/doc607.html

Coliseo Romano


De aquí a la eternidad
El Coliseo era el anfiteatro de la vida cotidiana. Fue escenario de espectáculos sangrientos y sitio sagrado. Allí se representaron tragedias griegas y tocó Paul McCartney. Bienvenidos al ícono más visitado de Italia.

Hoy los visitantes tienen acceso sólo a dos niveles. En el 2000 se reconstruyó una parte de la arena, que era la plataforma de madera donde se desarrollaban los espectáculos.

Chi è? (¿Quién es?)", suena la pregunta, poco acogedora, del otro lado del portero. ¿Será una recreación del tono de voz de Nerón, aquel muchacho que de tan ambicioso llegó a emperador en el año 54 y que se había propuesto montar justo aquí, donde estamos parados, el lago artificial de la residencia imperial más grande que jamás se haya visto en Roma? ¿O tratará de un imitador de Tito Flavio Vespasiano, el que mejor le supo dar pan y circo a los romanos cuando inauguró este anfiteatro, en el año 80, con cien días de festichola, gladiadores, animales exóticos y la mar en coche?

Con visor y muy parecido a los que hoy instalan en las nuevas torres de Puerto Madero, el portero eléctrico del Coliseo es un atajo para burlar el cordón de los cinco millones de visitantes que, por año, pasan sus bolsos y mochilas por el detector de metales para dar una vuelta por el monumento más visitado de Italia.

Esquivar la cola que va formando un anillo humano en torno al Coliseo –impacientes abstenerse– supone convencer a Umberto Valera, la voz el portero, para que abra la reja. Valera maneja la seguridad del Coliseo desde hace 24 años y asegura que nada cambió desde que estos 3.357 metros cuadrados fueron declarados nueva Maravilla del mundo.

"Esto es siempre así", dice señalando a las multitudes que se asoman a las galerías roídas del subsuelo sólo desde los balcones de la planta baja y el primer piso. Porque –acá viene la paradoja– el 70 por ciento del Coliseo está vedado a sus visitantes.

"En realidad, no podría visitarse nunca completo. Habría que transformarlo en otra cosa o arriesgar la vida de los turistas –trata de consolar el superintendente de Bienes Arqueológicos de Roma, Angelo Bottini–. La estructura no es adecuada. Y las prioridades que tenemos son de carácter conservativo, es decir, qué es lo que está en riesgo y no qué es lo más turístico. El Coliseo está en segundo plano, detrás de otro patrimonio importante para la ciudad que necesita restauración como el Palatino." El Palatino, entre el Foro romano y el Circo Máximo, es una de las siete colinas de Roma. Hay un museo que se puede visitar con la misma entrada al Coliseo y, según la mitología romana, allí estaba la cueva donde se supone que Rómulo y Remo fueron amamantados por la loba.

Coloso, Coliseo, Colosal
Lucila D'Alessandro trabaja en el Punto de Encuentro, una oficina discreta montada en el último nivel de acceso al público. "El desafío hoy es atraer a los locales, lograr que los italianos vengan al Coliseo. Porque hay muchos extranjeros pero si uno pregunta a los romanos, todavía hay algunos que nunca vinieron", dice.

Ella, que tiene la teoría bien aprendida, cuenta que lo de Coliseo –hay guías que lo llaman Anfiteatro Flavio, por la dinastía que lo mandó a construir y devolvió a la plebe en puro gesto demagógico ese espacio que Nerón se había apropiado– aparece por primera vez en la Edad Media, en el siglo VII. Que
se supone que el nombre deriva no tanto del monumental tamaño del edificio como de la estatua colosal que Nerón había encargado por amor propio. Inspirada en el célebre Coloso de Rodas, la figura medía 35 metros.

De ahí en más, la palabra Coliseo se adoptó en el mundo anglosajón para referirse a un lugar de referencia que reúne a gente para el entretenimiento –no siempre gratis, como era en Roma– o, en algunos casos, al corazón de una ciudad. Está el Los Angeles Coliseum, por ejemplo, donde tocaron los Rolling Stones y se celebraron los Juegos Olímpicos de 1984 y varios lugares del mundo tienen su propio coliseo, como Kuala Lumpur y Hong Kong.

Dime quien eres y te dire donde te sientas
Por las 66 puertas que tenía el anfiteatro –reducidas hoy a dos– el público se acomodaba según su rango. Era tarea favorita de Augusto separar con reglamento a las distintas clases sociales en los espectáculos públicos que, a pleno, llegaban a reunir a una 73 mil personas.

En los tres primeros pisos, esos formados por ochenta arcadas cada uno, se sentaban, en orden: los senadores y sus familias –con almohadones, en butacas de piedra–; los caballeros –en gradas de mármol– junto a embajadores y diplomáticos extranjeros; y en el tercero –de madera–, la plebe.

Había lugares especiales para los jóvenes aún sin deberes cívicos y para los maestros de escuela. Las mujeres y los pobres veían el espectáculo desde la cuarta planta, allí donde funcionaba el mecanismo del velarium , el telón que manejaba un entrenado grupo de marineros como si fueran velas de una embarcación y que protegía al público del sol y de la lluvia.

El show, que era un plan de día completo, transcurría sobre lo que se conoce como "arena", una planicie de madera. Los gladiadores entraban por la porta Triunphalis, al oeste, y salían –vencedores o con los pies para adelante– por la porta Libitinaria, al este. Algunas fuentes recuerdan las batallas navales organizadas aquí por los Flavios pero eso tuvo que haber sido antes de la construcción del subsuelo (hipogeo) que completó Domiciano –hermano de Tito, hijo de Vespasiano– y que era fundamental para el desarrollo de los juegos y de las cacerías por el sofisticado sistema de poleas que hacía irrumpir sobre el escenario a las fieras.

"A la mañana se celebraban la caza de animales, las luchas de hombres y animales y las de animales entre sí –explica Lucilla, mientras arrea visitantes–. Y a la hora del almuerzo se hacían las ejecuciones de los que habían cometido algún robo o un asesinato. Constantino, que fue el primer emperador cristiano, incluyó el adulterio entre las penas capitales, pero no hay prueba cierta de la persecución de cristianos en el Coliseo."

Las venatio –como se llamaba a la caza de fieras feroces– ya se conocían en Roma: la primera se había hecho en el año 186 a.C. con animales exóticos traídos de Oriente. Las munera –lucha de gladiadores que seguía al almuerzo– habían comenzado como exhibiciones privadas de poder y prestigio familiar en el 264 a.C. en ocasión de un funeral.

Agustín Aldazábal no recuerda haber estudiado esto en el colegio. Con la camiseta de Boca, el compatriota adolescente recorre el Coliseo con su abuela Adela y su prima Katalina. Este viaje, el primero por Europa, es el mejor regalo de 15 que Adela pudo hacerle a sus nietos. "Me gustó Gladiador y cuando recorrí el Coliseo iba relacionando lo que vi en el cine. Cómo el emperador decidía la muerte de una persona. Cómo se sentaban acá los políticos y el pueblo", cuenta. La intención es no desilusionarlo: nunca le diremos que, en realidad, la historia que protagonizó Russell Crowe no se filmó aquí sino en un falso Coliseo montado en Malta. Agustín es demasiado purrete para saberlo pero el verdadero Coliseo de película es el que comparte cuadro con Silvana Mangano en La vista de la tierra desde la luna (1966), de Pasolini, o con Nando Moriconi en Un americano de Roma (1965). Es, para más datos, casa de Romeo, el felino tano de Los aristogatos (1970).

Menos sangre, sudor y lagrimas
Con el tiempo, las luchas como medio de esparcimiento en el Coliseo se volvieron menos sangrientas y los espectáculos más modestos hasta que, en el año 438, un decreto imperial prohibió los juegos de gladiadores y, casi un siglo después, la caza de animales.

El Coliseo, casi en perpetua restauración desde el año 138, sufrió incendios, terremotos y saqueos. El fuego que más lo dañó –entre sus instalaciones originales abundaba la madera– fue el que lo sorprendió en el 217, y lo mantuvo clausurado por cinco años. Eso explica que la estructura hoy conservada no sea la de la época flavia de Vespasiano, Tito y Domiciano sino la del siglo III.

"Los agujeros de la fachada no son más que los que dejaron los saqueos de las piezas de metal que unían los bloques de travertino –comenta Umberto, quien tiene a su cargo a las 45 personas que controlan la seguridad del monumento–. Hoy, la gente se sigue llevando pedacitos de mármol o de ladrillo que creen son originales aunque en realidad no lo son. Son reconstrucciones que, aunque no tienen el mismo valor, son consideradas importantes. Por eso, cuando pescamos a alguien llevándose algo, lo denunciamos. No va preso pero paga como multa la restauración."

El Coliseo estaba hecho de travertino, ladrillos, piedra volcánica y mármol para decorar los capiteles que, durante la Edad Media y el Renacimiento, se transformaron en una cantera de materiales para levantar otros palazzi . Hasta los papas metieron mano para la construcción de la basílica de San Pedro.

Con el tiempo, el Coliseo se fue templando como ambiente sacro: en el siglo XVI la Iglesia lo convirtió en sede de una capilla. En 1720, un decreto papal estableció el Vía Crucis en la arena del antiguo anfiteatro y, treinta años después, el Coliseo fue consagrado a la memoria de los mártires.

Recién en el 1800 se hicieron las excavaciones y reparaciones más decisivas para acceder al monumento tal como lo hacemos hoy. Se descubrió el hipogeo y se reforzó con una construcción la estructura perimetral oriental que amenazaba con desmoronarse. En 1870, cuando Roma fue declarada capital de Italia, la arena del Coliseo fue barrida y, junto con la tierra que acolchaba el legendario escenario de gladiadores, la cruz que estaba allí plantada. Significó un escándalo entre el Vaticano y el estado italiano que años después Mussolini intentó atenuar trasladando la cruz, hecha con olivo del Getsemaní –donde, según el Nuevo Testamento, Jesús rezó la última noche antes de ser crucificado–, al lado norte del anfiteatro, donde aún permanece.

Dentro de las zonas vedadas al común de las almas hay una capillita, de 1796, donde los domingos de mañana se celebra misa. Umberto Valera, el hombre de Seguridad, no tiene la llave de la Capilla de Santa María della Pietà, pero conduce gustoso hasta su puerta. Una placa señala que Pío VI estuvo aquí.

El Coliseo no se vende
A principios de los años '70, el desprendimiento de bloques de 20 kilos de mármol alarmó sobre su conservación. "El milenario Coliseo romano se desploma", vaticinaba, tremendista, la prensa. Y al tiempo que anunciaban el segundo embarazo de Sofía Loren, los diarios chusmeaban que un millonario californiano ofrecía un millón de dólares para convertirse en propietario del Coliseo.

En el 2000 se reconstruyó parte del hipogeo para que, después de quince siglos, se pudiera representar allí Edipo rey , la tragedia de Sófocles que vieron unas 700 personas, a 50 dólares la entrada.

Dos años más tarde, el gobierno de centroderecha de Silvio Berlusconi promulgó una ley que apuntaba a reducir el déficit público con la venta del patrimonio artístico y cultural de Italia. Desempolvaba, así, una ley de 1939 que habilitaba al estado a desprenderse de sus joyas arquitectónica se históricas como museos, galería, estatuas y monumentos.

"Se puede llegar a vender lo que no tenga interéscultural pero los restos arqueológicos no son
enajenables", tranquiliza el superintendente de Bienes Arqueológicos, Angelo Bottini.

Esto sin contar que, desde que el Coliseo abandonó en 1997 su condición de atracción turística libre
y gratuita es, de los emblemas de Italia, el que más factura: 27 millones de euros por año. Lo siguen las ruinas de Pompeya –cerca de 20 millones y la galería de los Uffizi, en Florencia –con 8,5 millones –.

"Sin embargo, con el poco dinero que contamos, el Coliseo y sus problemas no son una prioridad para nosotros pero si hay una certeza es que el Coliseo no se vende", agrega el funcionario. Parece que de los 20,6 millones de euros del presupuesto destinados a la restauración de monumentos, sólo fueron entregados 14,4 hasta ahora.

"De todos modos, hay proyectos de reestructuración para el Coliseo. Estamos trabajando para bajar un metro el nivel del piso. La idea es alejar el tránsito, limpiar de vendedores ambulantes y habilitar un área de servicios bajo tierra", dice Bottini. La estación Coliseo de la línea B de subtes –en Roma hay sólo dos– deja a los visitantes en la esquina del anfiteatro. Cada tanto, urbanistas y conservacionistas argumentan que el Coliseo tiembla.

Una versión libre podría asegurar que, mejor dicho, late: en mayo de 2003 el anfiteatro le abrió las puertas a un beatle. Paul McCartney dio un concierto para 400 personas que pagaron 1.485 dólares por un lugarcito en la arena. Fue a beneficio, para reconstruir el Museo Arqueológico de Bagdad. Y su valor simbólico sigue siendo tal que hasta el diseñador Valentino celebró sus 45 años con la moda con una cena de gala, hace semanas, en una reconstrucción hecha con resina de cristal de las columnas del templo de Venus, a metros del Coliseo.

A fines de julio, Roberto L. y Michele M., efebos enamorados, fueron sorprendidos frente a las arcadas del monumento. La guardia nocturna que merodea el lugar los detuvo por falta de pudor. Según los carabinieri , la pareja gay se propinaba amor carnal en público. Los jóvenes aseguran que sólo se estaban besando. Al día siguiente, las organizaciones gay convocaron a un beso colectivo –un kiss in – frente al Coliseo "en representación de nuestro no a todo comportamiento discriminatorio y homofóbico". El prestigioso filósofo italiano Gianni Vattimo, quien hizo pública su homosexualidad a mediados de los '70, se excusó de participar porque no se encontraba en Roma por esos días pero no se perdió la oportunidad de agregar: "Dicen que sería escandaloso que una pareja tenga sexo en el Coliseo, el lugar del Vía Crucis y de los mártires cristianos, pero estoy seguro de que junto a esos muros se debía practicar sexo salvaje también en aquella época". Quien pueda asegurar lo contrario, que arroje la primera piedra.

Marina Artusa
Enviada especial a Roma
Revista Viva - Clarín

lunes, 17 de septiembre de 2007

YEMEN; Shibam, una ciudad de adobe

En el país de los Reyes Magos, una de las regiones más misteriosas y menos conocidas del planeta, se levantan en medio del desierto edificios centenarios de adobe que alcanzan los ocho pisos, apretujados uno junto al otro detrás de una muralla rectangular. Es Shibam, una ciudad con 500 construcciones únicas en el mundo, consideradas los primeros rascacielos de la historia.
Al retirar las valijas y salir al hall del aeropuerto de Sanaa, capital de Yemen, una decisión terminante se acantona en el cerebro de más de un viajero: “Yo me vuelvo”.

Al frente de una pequeña multitud donde todos hablan a los gritos, espera un grupo de hombres con la cabeza cubierta por el “kefilla” (pañuelo a cuadros), vestidos con una túnica blanca y un saco sport de corte occidental. Calzan sandalias como las de los antiguos romanos y portan soberbios cinturones de cuero de camello con incrustaciones de oro y plata, de los cuales cuelga enfundada una temible daga curva. Pero los guías le explican al viajero que los puñales son reliquias heredadas de los antepasados, y que la ley prohíbe terminantemente desenfundarlos, bajo cualquier circunstancia. Varios siglos de historia suelen estar encerrados en el filo de una de esas dagas, que puede haber pertenecido a lejanísimos antepasados del portador. La antigüedad refleja el prestigio e incluso la posición social de una persona, que siempre exhibe con sumo orgullo el perfil curvo del arma e su estuche.

Shibam se levanta en el desierto como el espejismo de un Manhattan de barro.

El valle de Hadramawt
El valle de Hadramawt, ubicado en el extremo más meridional de la península arábiga, bordea el bíblico mar Rojo y fue por siglos el eje de la llamada Ruta del Incienso, por donde los Reyes Magos llevaban su aromático cargamento. En su centro exacto está Shibam, una de las ciudades más curiosas que existen, creada según los historiadores alrededor del siglo II a.C. Pero lo singular de la antigua Shibam son sus edificios, que se construyeron con ladrillos de adobe hace por lo menos 500 años, cuando en ningún otro lugar del mundo se levantaban viviendas comunes de siete u ocho pisos, y mucho menos de adobe. Por eso se los considera los primeros rascacielos de la historia, aunque aquellos llegados hasta nuestros días tienen entre 100 y 200 años, salvo la casa de Jarhum, que supera los cuatro siglos.

La mayoría de los edificios fueron reconstruidos sobre los cimientos originales de piedra, que pueden llegar a tener mil años de antigüedad. En total hay 500 de entre cinco y seis pisos, y unos pocos que llegan hasta el octavo. Además hay varias mezquitas. Pero todavía más raro resulta observar que en medio del desierto, donde sobra espacio por doquier, se hayan levantado todos esos edificios apretujados uno junto al otro, y que la ciudad no creciera extendiéndose por los alrededores. En realidad, Shibam creció verticalmente –igual que las ciudades modernas–, también por falta de espacio, ya que fue rodeada en el siglo XVI por un gran muro rectangular de medio kilómetro cuadrado que alguna vez le sirvió de protección. Es así que más allá del muro, sólo comienza el desierto.

En las callejuelas de Shibam, fumando narguiles como beduinos en el desierto.

La ciudad por dentro
En las estrechas callecitas medievales de Shibam no hay espacio para circular con autos, así que los medios de transporte son de tracción a sangre. La suciedad y los malos olores suelen desencantar a los viajeros que se atreven a internarse en el país donde Pasolini filmó Las Mil y Una Noches sin necesidad de escenografía, y donde todavía existen clanes con costumbres radicalmente opuestas a las del mundo global.

El templo más grande de Shibam es la Mezquita del Viernes, ubicada en el corazón de la ciudad, rodeada por rascacielos de adobe. También se la llama la Gran Mezquita, y fue construida originalmente en 753, aunque la mayor parte del edificio actual data del siglo XIV. Sus ladrillos rojos horneados –típicos de las construcciones de la época de Abbasid, siglo IX– son únicos en la ciudad. La torre del minarete data del siglo XVI y quedan también restos del edificio del siglo IX. En total hay ocho mezquitas en Shibam, y las más interesantes son la de Al Khawkha, que tiene más de 1000 años de antigüedad, y la espléndida mezquita blanca de Shaykh Maruf, con más de 400 años. También hay una ciudadela que data del siglo XIII.

Los edificios de Shibam suelen tener una base con gruesas paredes de hasta un metro de ancho que se angostan hasta los 30 centímetros en los pisos superiores, los cuales se van agregando como si se sumaran cuartos a una casa en la parte de atrás. La planta baja se usa a veces como almacén y el primer piso suele ser el establo de unos pocos animales. Hacia arriba ya comienza la demarcación física que separa los mundos de los hombres y las mujeres.

El segundo piso es el espacio de estar principal para los hombres y el tercero es donde habitualmente pasan el día las mujeres de la familia (allí está la cocina). En los tercero y cuarto pisos están las habitaciones, donde suele haber también un pasadizo que conecta con la casa del vecino. De esta forma las mujeres visitan a sus amigas de la casa de al lado, sin necesidad de salir a la calle. El promedio de pisos en la ciudad es de cinco, pero en aquellos edificios que llegan hasta ocho los últimos también corresponden a las habitaciones. E incluso la terraza, en los días de mucho calor, se utiliza para dormir. Por último, existe un necesario y estricto código de conducta para evitar que los vecinos se espíen unos a otros desde las terrazas y ventanas.

Las ventanas tienen forma de arco islámico, con una moldura blanca que luce diseños geométricos. No tienen vidrios y están cubiertas con cortinitas de bambú. A pesar de la marcada división sexual que prima en la sociedad, los yemenitas llevan una intensa vida familiar, con varias generaciones conviviendo en los antiguos edificios. En Shibam las mujeres visten a toda hora –incluso durante las labores del campo– un elaborado traje de terciopelo negro bordado con líneas violetas al que acompañan un par de guantes, velos que cubren la cara y un sombrero de paja cónico. Son muy supersticiosas, y ante la mínima intención por parte del viajero de querer fotografiarlas, pueden reaccionar a las pedradas.

Los edificios blancos son los que ya fueron encalados para protegerlos de la erosión.

El barro de la historia
A Shibam se puede ir por una cómoda carretera desde Sanaa en menos de seis horas. Aunque lo más interesante –y más peligroso– es llegar por la antigua Ruta del Incienso que atraviesa el desierto de Ramlat as Sabatayn. En una primera etapa se pasa por Marib, la mítica capital del reino de Saba, de donde se cree que salió la reina Belquis camino a Jerusalén en busca de Salomón. La travesía por el desierto comienza temprano en la mañana y siempre hay que hacerla acompañado de un beduino al que se le paga no sólo para guiar, sino también para proteger.

Shibam es también una ciudad histórica, famosa incluso antes de la aparición del Islam. Fue destruida dos veces, en el siglo XIII y en el XVI (la última reconstrucción data de 1553). En los siglos siguientes fue entrando en una lenta decadencia, y en 1839 cayó bajo influencia inglesa, cuando el imperio británico negoció con los sultanes una relación de protectorado. En Occidente, Shibam se hizo conocida por dos viajeros ingleses –Mabel y Theodore Bent–, quienes la visitaron a fines del siglo XIX. La revolución independentista de Yemen del Sur en 1967 aceleró la declinación de todo el valle de Hadramawt, y sus sultanes se vieron obligados a emigrar a Arabia Saudita.

Las murallas de Shibam no pudieron impedir que el paso del tiempo erosionara los edificios de adobe. Pero al menos a partir de 1982 –cuando fue declarada Patrimonio de la Humanidad– la ciudad dejó de envejecer. Varios millones de dólares sirvieron para apuntalar los edificios más afectados, pero también para mejorar la calidad de vida de sus habitantes bajo la premisa de que Shibam se iba a preservar en la medida en que su población se comprometiera con la tarea. Al tratarse de una ciudad habitada y no una ruina arqueológica, el trabajo de preservarla se tornó complicado. Pero se garantizó el flujo de agua potable, cloacas y electricidad, y un grupo de arquitectos especializados en técnicas con barro asesoraron a los habitantes y mejoraron los cimientos de los edificios. Muchos fueron cubiertos con una capa de cal y reciben un mantenimiento constante, así que ahora, en cada atardecer, parte de la Manhattan del desierto brilla con un blanco radiante y otra mantiene el color naranja cálido que se mimetiza con la tierra y la arena del desierto.

Julián Varsavsky
Pagina 12 - Turismo



domingo, 16 de septiembre de 2007

20 imperdibles de Nueva York


ROCKEFELLER CENTER

Devenida pista de patinaje, la gran plaza central con su árbol de Navidad iluminado, es una de las clásicas postales de Nueva York en invierno. Y en verano, se convierte en un inmenso restaurante al aire libre, con la dorada estatua de Prometeo de fondo, esculpida por Paul Manship, con una fuente en la parte posterior. Más allá, se levanta el edificio GE con sus imponentes torres. Con sus oficinas y tiendas internacionales, sus Channel Gardens y el complejo de 19 edificios, el Rockefeller Center es una de las maravillas arquitectónicas de la ciudad, que presenta una fascinante combinación de espacios cerrados y al aire libre.
Recientemente renovado, Top of The Rock ofrece una experiencia singular: los visitantes pueden sentirse transportados al pasado y reconstruir la historia de Nueva York. Y por supuesto, aquí se encuentra una de las mejores vistas de la ciudad gracias a las tres terrazas situadas en lo alto del 30 Rockefeller Plaza.
informes:
www.rockefellercenter.com
www.topoftherocknyc.com
De 8 a la medianoche, todo el año.

EMPIRE STATE BUILDING
Embajador de Nueva York, el Empire State Building se eleva casi medio kilómetro hacia el cielo (para ser precisos, 443,2 metros hasta lo alto del pararrayos), en el corazón de Manhattan. Sus famosos miradores han cautivado a más de 117 millones de personas desde su inauguración, en 1931. El mirador del piso 86 -a 320 metros de altura- se encuentra cerrado por cristales y climatizado, y cuenta con un café y una tienda de souvenirs. En los días de mucha visibilidad, el mirador de la planta 102 -la última- permite ver campos aledaños, a distancias de 120 km. El edificio aparece en más de 88 películas. Para celebrar el 50° aniversario del estreno de King Kong, un gran simio inflable volvió a su cima en 1983. En su programación anual de luces, por ejemplo, la roja es para el Día de San Valentín; la verde, para San Patricio; la roja, blanca y azul para el 4 de julio. Para tener en cuenta: tiene 1.860 escalones, 6.500 ventanas, 73 ascensores y 8 escaleras mecánicas.
INFORMES:
www.esbnyc.com
350 Fifth Avenue
Abre todos los dias de 8 am a 2 am
Entrada: US$ 16,61.

CENTRAL PARK
Este gran parque urbano ubicado en Manhattan, fue el primer parque público de los Estados Unidos. Un rectángulo que abarca 3,4 km2 y que recibe 25 millones de visitantes al año. No es de extrañar entonces que el parque más visitado de los Estados Unidos sea también un escenario recurrente en filmes y series de televisión. Los tramos de las calles que abrazan el Central Park son conocidas como Central Park Norte, Central Park Sur y Central Park Oeste, respectivamente. Sólo la Quinta Avenida conserva su nombre al bordear el parque. Con diseño original de Frederick Law Olmsted y Calvert Vaux, el parque parece totalmente natural aunque cuenta con lagos artificiales, dos pistas de patinaje sobre hielo, zoológico, 36 puentes y arcos, siete fuentes con esculturas y numerosas áreas para esparcimiento, espectáculos y deportes. Inaugurado en 1873, se encuentra abierto todo el año y es dirigido por Central Park Conservancy.
INFORMES:
www.centralparknyc.org
De 59 street a 110 st, y de fifth avenue a la Central Park West.

ARCO DE WASHINGTON
informes: www.nycgovparks.org en fifth avenue y 7th street. abre todo el año.
Inspirado en los arcos romanos, el célebre Arco ubicado el Washington Square Park -diseñado hacia 1871- fue construido en honor a George Washington. Junto a la gran fuente, el Arco es el ícono de este parque de 39.000 metros cuadrados, muy convocante en el verano cuando cientos de personas concurren a diario simplemente para descansar, leer y conversar al aire libre. En la actualidad, la mayoría de los edificios que lo circundan pertenecen a la Universidad de Nueva York. El parque tiene estatuas, mesas para picnic, juegos para chicos y numerosos senderos peatonales. En 1888, para celebrar el centenario de la investidura de George Washington como presidente de los Estados Unidos, se construyó un arco conmemorativo en la Quinta Avenida, al norte del parque. El monumento fue tan popular que en 1892 se erigió un arco de mármol y de 23 metros de altura. Con diseño del arquitecto Standford White, fue inspirado en el Arco del Triunfo de París.
informes: www.nycgovparks.org
En fifth avenue y 7th street. abre todo el año.

BIBLIOTECA PUBLICA
Es una de las cinco bibliotecas públicas más grandes de EE.UU. Si bien fue nombrada como New York Public Library no cubre los cinco distritos, ya que la ciudad cuenta también con Brooklyn Public Library y Queens Borough Public Library. Estos tres sistemas suman un total de 35 millones de préstamos. La Biblioteca Pública de Nueva York -inaugurada en 1911- consiste en un conjunto de 86 bibliotecas en el Bronx, Manhattan y Staten Island, 4 bibliotecas de investigación de fama mundial, -sus ejemplares no se prestan, y tiene una colección digital de imágenes y textos en continua ampliación-, 4 bibliotecas centrales con colecciones temáticas, una de libros parlantes y Braille y una red de 77 sucursales barriales. Las cinco unidades de la Biblioteca Central son: Mid-Manhattan Library, Donnell Library Center, The New York Public Library for the Performing Arts, Andrew H. Braille and Talking Book Library y Science e Industry and Business Library.
informes:
www.nypl.org
Mid-Manhattan Library. en 455 Fifth Avenue.

QUINTA AVENIDA
Es la vía pública más importante de Manhattan, y con sus mansiones históricas alineadas es el símbolo de la Nueva York adinerada. Comparable con Oxford Street de Londres o Champs-Elysées de París, la Quinta Avenida (Fifth Avenue) es una de las calles más caras del mundo. En el tramo comprendido por las calles 34 y 59, ostenta una sucesión de tiendas de marcas internacionales. La Quinta Avenida comienza en Washington Square Park, en Greenwich Village, y se dirige en dirección norte hacia Midtown, bordea el este del Central Park y cruza Upper East Side y Harlem. Su recorrido termina en la calle 142, a la vera del río Harlem. El estatus de la 5th Avenue le fue otorgado hacia 1862, cuando Caroline Schermerhorn Astor se mudó a la esquina de la calle 34, mientras que su perfil comercial comenzó en 1893, con la construcción del Astoria Hotel (más tarde y a pocos metros, Waldorf-Astoria Hotel). En 34th Street se levanta ahora el Empire State Building.
informes:
Desde washington square park, divide la ciudad en east side y west side.

MUSEO DE ARTE MODERNO (moma)
Fundado en 1929 por Lillie P. Bliss, Abby Aldrich Rockefeller, Mary Quinn Sullivan y otros cuatro socios, el Museo de Arte Moderno (conocido por sus siglas en inglés MoMA: Modern Museum of Art) fue el primer museo dedicado a la era moderna. Desde el arte europeo de 1880, la colección contiene valiosas exhibiciones de cada período siguiente de cultura visual hasta el presente, incluyendo el cine, los audiovisuales y diseños industriales. Con cerca de 150.000 objetos, la colección ofrece una muestra impactante de arte moderno y contemporáneo en sus seis áreas: Grabados y Libros Ilustrados -con más de 50.000 ejemplares-, Arquitectura y Diseño, Fotografía -tiene más de 25.000 fotos, cubriendo la historia de este medio desde 1840 en adelante-, Pintura y Escultura -cuenta con 3.200 obras-, Dibujos -con 10.000 obras en lápiz, tinta, carbón, acuarelas, montajes y trabajos mixtos-, y Cine y Audiovisuales -con 20.000 trabajos cinemáticos.
informes: www.moma.org.
En 11 west y 53 street. cierra los martes.
Entrada general: US$ 20.

MIDTOWN MANHATTAN
Se trata del área de Manhattan donde se concentran algunos de los edificios más famosos de Nueva York y del mundo, como Rockefeller Center, Radio City Music Hall y Empire State. Midtown Manhattan (la zona del medio de la ciudad) comprende la zona enmarcada por las calles 14 y 59, y los ríos East y Hudson. Sin embargo, se puede decir que el núcleo se extiende de la calle 31 a la 59, y de la avenida 3 a la 9. Entre los lugares más importantes figuran el MoMA, St. Patrick's Cathedral, Grand Central Terminal, New York Public Library, el Chrysler Building -ícono del Art Deco-, Carnegie Hall, Madison Square Garden y Times Square. A su vez, algunas de las tiendas mundialmente conocidas son Bloomingdale's, Macy's y Tiffany & Co. Por último, entre las arterias se destacan: Madison Avenue, Fifth Avenue, Broadway, Park Avenue, Vanderbilt Avenue, 34th Street y 42nd Street.
Más información:
www.carnegiehall.org
www.grandcentralterminal.com
Comprende desde 14th street HASTA 59th street, Y del rio hudson al rio este.

MET (Metropolitan museum of art)
Considerado uno de los museos de arte más grandes e importantes del mundo, sus más de dos millones de trabajos atraviesan 5 mil años de cultura, desde la prehistoria hasta el presente. Un verdadero pasaporte a cada rincón del planeta.
Este otoño, el MET -que fue fundado en 1870 y recibe, anualmente, más de 5 millones de visitantes- celebra el 400 aniversario del nacimiento de Rembrandt con la apertura de la exhibición "The Age of Rembrandt", que se inaugura el próximo martes. Incluirá también trabajos de otros maestros holandeses como Frans Hals, Johannes Vermeer, Gerard ter Borch, Pieter de Hooch, Jacob van Ruisdael y Aelbert Cuyp. Atractivas exposiciones permanentes y temporarias, nuevas galerías, restaurantes y negocios de renombre, hacen del MET una visita imperdible.
informes: www.metmuseum.org
En 5th av y 82nd street. de 9.30 a 21 vi-sa; a 17.30, do-ma-mi y ju.

PUENTE DE BROOKLYN
Construido entre 1869 y 1883, este puente que cruza el East River y une los distritos de Manhattan y Brooklyn ostentó el título del puente colgante más grande del mundo por más de 20 años. Durante su construcción murieron 20 trabajadores, incluido el mismo John Augustus Roebling, ingeniero alemán a cargo del proyecto. El puente ya no es el más largo ni el de ingeniería más impactante, pero su belleza y su fama siguen intactas.Fue escenario de tantas películas -"Fiebre de sábado por la noche" con un jovencito John Travolta y "Manhattan", de Woody Allen, por mencionar sólo algunas- que el lugar emana una sensación de familiaridad. Es recomendable cruzar el puente a pie, observar los detalles neogóticos de la construcción, y la excelente vista de la bahía de Nueva York y la Estatua de la Libertad.
informes:
www.visitbrooklyn.org
www.brooklynbridgepark.org. sobre el east river.

TOUR POR HARLEM
Es el barrio negro de Nueva York, a donde los turistas llegan en busca de las misas gospel -como las de la famosísima Abyssinian Baptist Church-, los míticos clubes de jazz -como el Minton's Playhouse-, las famosas calles 125 y Lenox Avenue, los murales de Martin Luther King y Malcom X, y los sabores de la cocina sureña. Aquí vivió Duke Ellington, y artistas de la talla de Ella Fitzgerald y Michael Jackson ofrecieron sus primeras actuaciones. Asociado durante mucho tiempo con el crimen y la pobreza, hoy este barrio de Manhattan en el que conviven italianos, irlandeses, dominicanos, africanos, puertorriqueños y haitianos y que cada año recibe más visitantes, está experimentando un importante proceso de revitalización, renacer económico y nuevos proyectos urbanísticos.
Más información sobre este barrio en Internet:
www.apollotheater.org
www.studiomuseuminharlem.org
www.harlemdiscover.com
Entre los rios east y hudson y las calles 110 y 160.

SOHO
No todos saben que el barrio se llama como se llama por ubicarse al sur de la calle Houston: SoHo es la abreviatura de "South of Houston" y, a esta altura, casi un adjetivo que denota arte, diseño, moda, tendencia y glamour en cualquier otra ciudad del mundo. Zona de antiguas fábricas y edificios históricos reciclados en lofts y estudios, el distrito se pobló de artistas en las décadas del 60 y del 70 y se convirtió en el alma y corazón de Nueva York. Más tarde, al subir de escala, recibió nuevos inquilinos: los yuppies. Su arquitectura exhibe gemas del siglo XIX mostradas hasta el cansancio en el cine: esta aquí la mayor concentración de edificios de estructura de acero de la ciudad. Su encanto se completa con imperdibles galerías de arte (como Franklin 54), restaurantes gourmet (como Club Room o Zoe), museos (como el Museum of Comic and Cartoon Art) y negocios trendy de ropa, accesorios y decoracion. El SoHo, un ícono arquitectónico y cultural.
Informes:
www.sohonyc.com.
Al sur de Hudson, al norte del canal Street, entre varick y lafayette.

TRIBECA & GROUND ZERO
El barrio de TriBeCa (abreviatura de Triángulo Bajo la calle Canal), ubicado junto al SoHo en Manhattan, está de moda gracias a sus restaurantes de renombre como Chanterelle o Nobu, a sus exquisitas boutiques y al Festival de Cine, organizado por Robert De Niro. El actor es un reconocido impulsor del barrio. Con un pasado de distrito industrial, las construcciones de TriBeCa fueron convertidas en edificios residenciales y loft. Dicen que ofrece uno de los metros cuadrados más caros de los Estados Unidos. En el Ground Zero, la zona donde el 11 de septiembre de 2001, dos aviones de línea se estrellaron contra las torres Gemelas del World Trade Center, hay cinco torres en construcción que tienen fecha de finalización para 2011 y 2012. El Tributo al Centro de Intercambio Mundial, cerca del Punto Cero (120 Liberty St.) se inauguró el 18 de septiembre de 2006. Propone distintos recorridos guiados y exhibiciones, a cargo de sobrevivientes y familiares de las víctimas de los atentados. Informes: www.tributenyc.org
informes:
www.tribeca.org
www.tribecafilmfestival.org

LITTLE ITALY & NOLITA
Mulberry Street es el corazón de Little Italy, un barrio poblado por inmigrantes italianos que arribaron, en su mayoría, en la segunda mitad del siglo XIX. Una buena época para visitar este barrio es hacia mediados de septiembre, precisamente, cuando se celebra durante diez días la Fiesta de San Gennaro, el patrono de Nápoles. Se trata de una celebración religiosa que ya lleva 80 ediciones, con stands de comida en las calles, unos 35 restaurantes vestidos de gala y espectáculos en vivo. El barrio NoLIta, llamado así por encontrarse al norte de Little Italy (es decir, North of Little Italy), se caracteriza por sus atractivas vidrieras en las que se pueden encontrar diseños originales y marcas reconocidas. Caminando por Mulberry, Elizabeth, Mott y Prince, se llega al concurrido Café Habana. En tanto, las calles estrechas de este vecindario han servido de refugio para antiguos habitantes del SoHo y TriBeCa desde mediados de los 90.
informes: entre houston, bowery, broome y lafayette.

POR EL RIO HUDSON
Los cruceros y ferrys por el río Hudson permiten captar una postal diferente de Manhattan. The Full Island Cruise es la opción más completa: durante 3 horas y por 29 dólares, se recorre el perímetro de la isla observando sus tres ríos (además del Hudson, recorre los ríos del Este y Harlem) y se pueden divisar los cinco distritos o boroughs (Manhattan, Queens, Brooklyn, The Bronx y Staten Island) y la gran Estatua de la Libertad. En 2 horas, The Semi-Circle Cruise navega por las aguas del Hudson, bordea Battery Park, sube por el río Este y pasa bajo los puentes de Brooklyn, Manhattan y Williamsburg. El mismo recorrido y también por 24 dólares es el que propone Harbor Lights Evening Cruises, pero a la hora del ocaso.
Para conocer de cerca la Estatua de la Libertad, el Liberty Cruise llega en 75 minutos hasta la isla donde se encuentra el ícono neoyorquino. El ferry se dirige también a la isla Ellis, al Museo de la Inmigración y al World Financial Center. Quienes quieran subir a la Estatua de la Libertad deben hacer reservas con anticipación. Considerado el regalo más costoso de la historia, Francia le obsequió este monumento a Nueva York con motivo del centenario de su independencia en 1886. La estatua mide unos 46 metros de altura y pesa 225 toneladas.
informes:
www.circleline42.com
www.statuereservations.com
En pier 83 west 42nd street.

EL REY LEON, EN BROADWAY
Nueva York es una de las capitales mundiales de los espectáculos. Y Broadway -originalmente, sólo el nombre de la famosa avenida- se ha convertido en sinónimo de entretenimiento y fabulosos musicales. Ante el extenso y variado listado de obras en cartel, siempre es recomendable elegir alguna para vivir la experiencia de presenciar una superproducción. Los nuevos musicales del momento son Curtains, Legally Blonde, Mary Poppins y Spring Awakening. Entre los revivals, se destacan Grease, A Chorus Line y Les Misérables. Completan la cartelera obras como Chicago, Hairspray, Mamma Mia!, The Phantom of the Opera y The Lion King. Para quienes no dominan bien el inglés, se sugiere asistir a una obra donde predominan los efectos visuales, como por ejemplo, El Rey León.
Informes:
http://disney.go.com/theatre/thelionking
En minskoff theatre, en 45th street & broadway.

JUGUETERIA TOYS "R" US
Es la juguetería más grande del mundo. Toys "R" Us-Times Square tiene atracciones para chicos y no tanto, como Barbie's Dollhouse, que permite hacer realidad la fantasía de vivir como una princesa. Se trata de una casa de muñecas a escala humana, con todas los juguetes y el vestuario de Barbie. En cambio, los fans de Jurassic Park se encontrarán con un T-Rex animado de 6 metros de altura, con las dimensiones del que aparece en las películas. Tan impactante como Ferris Wheel, una Rueda de la Fortuna de 18 metros de alto que da la bienvenida a los visitantes y les anticipa las espectaculares sorpresas que le deparará su recorrida por el lugar. No falta la "R" Zone, con los últimos juegos electrónicos, DVDs, CDs y videos, a los que se puede jugar en gigantescas pantallas de plasma. Todo esto, entre un millón de peluches, ropa y juegos.
INFORMES:
www5.toysrus.com/timessquare
En 1514 Broadway y 44th street.

CHINATOWN
No es el único barrio conocido como Chinatown en EE.UU., pero el de Manhattan es el más célebre enclave étnico con su gran población de inmigrantes chinos. Los comienzos de este barrio, a fines del siglo XIX, estuvieron dominados por asociaciones chinas, donde surgieron rivalidades y pandillas como Ghost Shadows y Flying Dragons. Por aquellos años, el vecindario Five Points era la zona más peligrosa de Nueva York. En la medida en que la tasa de inmigración de los Estados Unidos fue creciendo a mediados del siglo XX, los habitantes del barrio se mudaron a los vecindarios vecinos. Pero a diferencia de la mayoría de los barrios chinos, Chinatown es tanto residencial como un área comercial; y se estima que viven en el lugar 250 mil residentes. Además de comercios y fábricas, el barrio cuenta con unos 200 restaurantes.
INFORMES:
www.betterchinatown.com
Entre delancey, east brodway, broadway st. y chambers.

RESTAURANTE PETROSSIAN
En 1920, los hermanos armenios Melkoum y Mouchegh Petrossian fundan en París Petrossian Tsar Imperial, la mayor exportadora del mundo del mejor caviar ruso. Nacidos en el lado iraní del mar Caspio, crecen sin embargo en la costa rusa, de donde huyen tras la victoria bolchevique. Por entonces, Francia recibe exiliados rusos que incluyen princesas, aristócratas e intelectuales, y los parisinos veneran a Igor Stravinsky. El restaurante Petrossian de la Place Vend&ociric;me es apadrinado por el hotelero Cesar Ritz y cobran fama mundial sus pescados ahumados y patés; chocolates, tés y cafés. La familia nunca deja de seleccionar el caviar de las pescaderías rusas y en 1984 abre el exclusivo New York Petrossian, en el Alwyn Court Building. Se encuentra en el lado oeste de Manhattan, a una cuadra del Carnegie Hall y a cuatro cuadras del Lincoln Center.
INFORMES:
www.petrossian.com

PASEOS EN BICICLETA
Los paseos en bicicleta representan una buena alternativa para recorrer los distintos barrios y parques de la ciudad. Numerosos circuitos parten desde puntos diversos y ofrecen itinerarios que se adaptan a los intereses de los visitantes y, también, a su estado físico. Por ejemplo, The Sensational Park and Soul Tour propone recorrer durante unas cinco horas de un domingo la zona este de la isla de Manhattan, cruzando por el Central Park hasta Harlem. Mientras hay paseos que cruzan el puente de Brooklyn de día, con las panorámicas espectaculares que ofrece, The Brooklyn Bridge and Skyline at Twilight Bike Tour consiste en adentrarse en la vida nocturna. Se parte por el histórico West Village, donde los fanáticos de la sitcom Friends reconocerán el edificio donde vivían los personajes. Desde allí se pedalea hacia el nuevo Hudson River Greenway, con bicisendas y magníficas vistas del puerto de Nueva York. Antes de entrar al Battery Park, se hace un alto en la Zona Cero (Ground Zero) hasta llegar al área de Wall Street. Lo más destacado del tour es el cruce del puente de Brooklyn iluminado, en un sendero para bicicletas. Si el tiempo acompaña, se puede contemplar la puesta del sol detrás de los edificios Empire State y Chrysler. De regreso, se atraviesa el SoHo. El paseo cuesta 65 dólares. Hay un circuito musical, All That Jazz Bike Tour, desde Central Park y Strawberry Fields hasta el edificio Dakota y pubs donde suena jazz en vivo.
INFORMES:
www.toursbybike.com
Circuitos por los parques y los barrios, y el puente de brooklyn.

La ciudad insaciable
El lema que impuso hace poco el alcalde de Nueva York para los turistas es: "Pregúntele a los locales". Tengo para mí algunas preguntas más sustanciales que el nombre de la estación del metro que te lleva al extremo norte del Uptown:

1) ¿Después del atentado del 11S Nueva York sigue siendo un gigantesco tapiz de culturas y etnias, una especie de catarsis del gran sueño americano que postula las posibilidades ilimitadas de la vida?

2) ¿Es un gigantesco torbellino de siete millones en el que -norteamericanos, latinos, hindúes, judíos, árabes, todas las etnias en fin- se desplazan, no pueden estarse quietos en un solo lugar, se hacen en un territorio donde todo está permitido porque saben que el éxito está al alcance de la mano y los puede llevar a la grandeza?

3) ¿Es una ciudad fascinante y tremenda que siempre se reinventa a sí misma en los relojes de marca truchos que se venden en China Town, en el desprejuicio de que cada uno puede hacer y vestirse de lo que sea si no jode al otro? ¿Nueva York es una isla que reclama sangre nueva para brillar y ser ella misma, en esa diversidad como no hay otra en la tierra, en la comida chatarra de las hamburguesas y en los restaurantes más refinados, en sus museos monumentales y en sus espectáculos transgresores?

4) ¿Los turistas y gran parte de los locales podrán encontrar todo lo inimaginable en La Gran Manzana, desde el furioso -y ahora tranquilo- color local de Harlem, la paquetería de Queens, el antes inseguro Bronx y en el que ahora más de la mitad de sus residentes no habla inglés en sus hogares, un local pequeño en que se toca el mejor jazz del planeta, la movida de un grupo zafado llamado Improv Everywhere que recluta a interesados para que circulen en un trayecto del tren de Manhattan sin pantalones? ¿Encontrarán damas ricas que contratan guardaespaldas privados (private bouncer) para salir con sus amigas a salvo de hombres borrachos, pesados o impertinentes?

5) ¿Todas las expresiones de la riqueza del capitalismo están allí, circulan rápidas por las calles de Manhattan como un espectáculo encantador pero también metáforas de las desigualdades del mundo?

6) ¿Muchos de los neoyorquinos se sienten supremos, ilustrados, libres, informales, prudentes, gente que mantiene una distancia con el otro?

7) ¿Toda Nueva York es un paisaje vivo poblado por una curiosa y abigarrada multitud que defiende su vida privada y eso es, precisamente, lo que define su fuerte personalidad mellada por ese hueco poderoso que dejó el terror seis años atrás?

Todas estas preguntas merecen un sí. NY se alimenta de todo y de todos para brillar. Es insaciable.

Diario Clarín - Suplemento Viajes

miércoles, 12 de septiembre de 2007

EE.UU: La resurrección de Nueva Orleáns


A dos años del huracán que la destruyó, la ciudad se recupera para el turismo. Gracias a una fuerte inversión y el esfuerzo de sus habitantes, los barrios más tradicionales están funcionando mejor que nunca. Pero fuera de ellos, la huella de Katrina, no se borra.

Es casi imposible reservar una mesa en August, uno de los restaurantes de moda de Nueva Orleáns. Algo similar ocurre en Stella!, uno de estilo francés cuyo pato es formidable y donde todo es elegancia. En Acme Oyster House, una fuente de soda dedicada exclusivamente a las ostras, no cabe un alfiler a la hora de almuerzo, y ni hablar de conseguir una simple banqueta en Central Grocery Co. para comer su mítica muffuletta, un sándwich del tamaño de un plato relleno con salame, queso, jamón crudo y una deliciosa mezcla de pepinillos, aceitunas, cebolla, zanahoria y orégano. Todo este ajetreo es el reflejo de lo que ocurre desde hace un par de meses en los barrios turísticos de Nueva Orleáns, como el French Quarter, el Garden District –el barrio de las bellas mansiones– y el Warehouse District, donde se agrupan estupendas galerías de arte y excelentes museos.

Después de la devastación causada por el huracán Katrina hace exactos dos años, Nueva Orleáns renace, y tiene al turismo como su principal impulsor. Lemas como "Soul is Waterproof" (el alma es a prueba de agua) y "Recover, rebuild, rebirth" (recuperar, reconstruir, renacer), inundan la ciudad, mientras publicaciones como Travel and Leisure y The New York Times dedican artículos completos a la nutrida oferta turística de Nueva Orleáns. Y tienen razón. Eso sin contar que ha servido como locación para varias películas, como "The curious case of Benjamin Button", protagonizada por Brad Pitt. De hecho, fue mientras grababa esta película que el actor compró, junto a Angelina Jolie, una casa (521 Gov. Nicholls St., por si le interesa) que ya es parte del circuito de las victorias que recorren el French Quarter.

La ciudad y las empresas turísticas han hecho todo lo posible porque Nueva Orleáns vuelva a tener el brillo de antes. Los hoteles lucen más bellos y modernos, los restaurantes del casco antiguo aprovecharon de ampliar sus instalaciones e incluso se abrieron varios nuevos y de excelente calidad. El tradicional French Market está en obras para albergar en mejores condiciones a los productores regionales; el Café du Monde sigue tentando con sus bombásticos beignets bañados en azúcar flor; los anticuarios de Royal y Magazine Street parecen tener más muebles y reliquias que ofrecer; el jazz que interpretan los músicos del Preservation Hall parecen haber cobrado nuevos bríos, mientras en el Snug Harbour aparecen nuevos talentos como Ellis Marsalis. Y los gringos dispuestos a vivir su propio carnaval con todos los excesos posibles fuera de temporada, pululan por Bourbon Street con un litro de cerveza en la mano mientras con la otra reparten collares a quienes quieran recibirlos.

Pese a tanta alegría, es imposible olvidarse de Katrina. El recuerdo del huracán está presente en las caras de los músicos que tocan por unos dólares en cada esquina, en los mendigos, en las recomendaciones de seguridad que dan los hoteles a sus huéspedes –Nueva Orleáns ostenta uno de los índices más altos de delincuencia en Estados Unidos–, y en la falta de taxis circulando por la calle.

En general, Nueva Orleáns se ve deprimida. Puesto en cifras, antes de Katrina, la ciudad contaba con 450 mil habitantes, mientras que hoy sólo alcanza los 265 mil. De las más de 2.000 escuelas públicas que había, hoy hay unas 35 en condiciones de funcionar. Lo que más se ha recuperado es la cantidad de pasajeros que llega mensualmente al aeropuerto Louis Armstrong, que a marzo de 2005 era de casi 445 mil, mientras que en marzo de este año fue de 325 mil.

Nueva Orleáns es en realidad dos ciudades en una: por un lado están el carnaval eterno, las caras sonrientes, la imagen de ciudad europea y los turistas ávidos de este mundo de fantasía. Por otro, la pobreza y la discriminación social y racial, que se vieron aumentadas por los efectos de Katrina.

A las 9.13 de la mañana del 29 de agosto de 2005 se detuvieron los relojes de la casa de Rose. Ese fue el momento exacto en que el agua, proveniente de varios de los canales que atraviesan la ciudad, se desbordó y alcanzó su hogar, ubicado en St. Bernard Parish, uno de los barrios de Nueva Orleáns más afectado por el huracán Katrina. Ella, una profesora jubilada, y su esposo, habían alcanzado a huir el domingo 28, justo antes de que Katrina azotara la ciudad, provocando la inundación más grande en la historia de Estados Unidos.

Rose representa el espíritu que se apodera de los habitantes de Nueva Orleáns, quienes intentan salir adelante cada uno a su modo, más allá de las ayudas que puedan recibir del Estado. Rose hoy es guía del tour "Huracán Katrina", uno de los más solicitados por estos días. La mujer, que conserva el buen ánimo que siempre caracterizó a la gente de Louisiana, viaja todos los días unos 120 kilómetros desde el pueblo donde vive provisoriamente en el vecino estado de Mississippi para recoger a los turistas que quieren ver la cara menos amable de la ciudad.

El recorrido primero da una vuelta por el famoso y bello French Quarter, el casco antiguo de la ciudad donde se asentaron primero los franceses, luego los españoles y finalmente los creoles o criollos, y que por ser uno de los sectores más altos de la ciudad, se salvó del desastre. Luego, Rose muestra el Centro de Convenciones –donde también llegaron cientos de refugiados en busca de un lugar seco– y sube por Poydras Street hasta llegar al Superdome. El estadio fue reinaugurado con bombos y platillos hace un año con un partido de fútbol americano y un concierto animado por los grupos U2 y Green Day, entre otros, como una muestra al mundo de que Nueva Orleáns se estaba levantando.

Aquí aparecen las primeras muestras de lo que fue Katrina. Varios de los edificios que rodean el estadio, incluido el otrora fastuoso hotel Hyatt, permanecen con las ventanas tapiadas y completamente deshabitados. Atravesamos Treme, uno de los barrios populares de Nueva Orleáns, donde se establecieron los primeros negros libres, hasta llegar al City Park, donde se encuentra el Museo de Arte.

En un momento, Rose nos advierte que el parque será la última visión "bonita" que tendremos en mucho rato, y gira a la derecha para internarse en el barrio Gentilly. Es un verdadero pueblo fantasma. La mayoría de las casas está en pie, pero sin moradores. Rose explica que las marcas en las murallas –a veces en los techos– las hicieron los cuerpos de rescate cuando revisaron cada una de las casas en busca de sobrevivientes una vez que bajó el nivel del agua. También cuenta que los agujeros que hay en cada techo los hicieron quienes estaban atrapados en los áticos. Muestra las casas de quienes pudieron reparar sus hogares pero que no podrán asegurarlas para otra inundación, puesto que no cumplen con la flamante normativa que dice que todas las casas deben ser tipo palafito y estar a varios metros del suelo.

Algo similar ocurre en Lakeview, un barrio de clase acomodada que fue completamente anegado; y qué decir de Saint Bernard Parish, el barrio donde vivía Rose, donde aún se ve una avioneta incrustada en el patio trasero de una casa.

Historias similares ocurrieron en el Ninth Ward, un barrio de población negra donde el agua superó los cuatro metros de altura cuando se rompieron los diques del Industrial Canal. Aquí estaba gran parte del espíritu de la ciudad, aquí vivían muchos músicos. Por eso mismo, uno de los programas estrella de reconstrucción se vive aquí, con la Villa de los Músicos, un proyecto que comenzó como una forma de traer de nuevo a los artistas y sus familias que perdieron todo con Katrina y que luego se extendió a otros necesitados.

El tour de Katrina resulta a ratos chocante. Pero es una excelente forma de ver la transición que vive Nueva Orleáns. Por un lado, uno es testigo del drama, la devastación, la pobreza que dejó el huracán. Por otro, uno quiere saber qué más está en proceso de recuperación, cómo la gente se organiza para mantener las escuelas activas y el pasto de sus casas corto pese a vivir todavía a kilómetros de distancia.

Claramente, los abanderados de la resurrección son la música, que nunca dejó de sonar; la condimentada y sabrosa gastronomía local, que sigue cautivando a quienes la prueban; las galerías de arte y los nuevos proyectos inmobiliarios que arremetieron con mayor fuerza luego de la debacle en el Warehouse District; la belleza incólume de los balcones de fierro forjado del French Quarter; y el eterno espíritu festivo que, pese a la tristeza, se mantiene presente en Nueva Orleáns.

Cuando finaliza el recorrido, Rose sólo pide una cosa: que nos olvidemos de todo lo visto y nos dediquemos a pasarlo bien; que comamos, bailemos y gastemos mucha plata. Rose lo tiene clarísimo, el turismo es el gran salvavidas que hará reflotar Nueva Orleáns.

Las culpas, dos años después
Ese 29 de agosto, las imágenes de miles de personas que no alcanzaron o no quisieron abandonar la ciudad, sobre los techos de sus casas o refugiadas en el Superdome –estadio que se transformó en albergue–, dieron la vuelta al mundo. Los días siguientes fueron caóticos. En Nueva Orleáns no quedaba casi ningún sitio seco. El agua había inundado el 80 por ciento de la ciudad.

¿Qué pasó? Según un artículo de la revista Time, Katrina no fue un desastre natural, sino uno provocado por el hombre. Nueva Orleáns está construida en una zona de pantanos, y casi toda la ciudad se encuentra bajo el nivel del mar. Desde siempre, el río Mississippi crecía, inundaba todo, pero volvía a su curso normal.

Como una forma de protección y para ganar terreno cultivable, se construyeron diques a lo largo del río y varios canales. Estas alteraciones, más el aumento de la población y el calentamiento global, han disminuido considerablemente la extensión de los pantanos, que funcionaban como 'amortiguador' de tormentas.

Cuando Katrina tocó tierra, se esperaba que fuera de una intensidad mucho menor, porque ya había pasado por Florida y porque Nueva Orleáns está varios kilómetros tierra adentro de la costa, que es donde más fuerte pega un huracán. Sin embargo, el aumento del agua en los pantanos y la existencia de canales sólo intensificaron la tormenta. De hecho, el Mississippi River Gulf Outlet, un canal artificial que acorta la salida hacia el Golfo de México y que pasa por los suburbios de la ciudad, le dio más fuerza al huracán y encima lo condujo directamente a la ciudad.

M. Soledad Holley
Revista del Domingo
El Mercurio-Chile

lunes, 10 de septiembre de 2007

Guanacos y pingüinos, primeras figuras en el Sur


Sobre la costa y en la estepa, los animales autóctonos están al alcance de la vista, siempre listos para la foto

En Cabo Dos Bahías, muy cerca del encantador pueblo de Camarones, a unos 250 km al sur de Trelew, llama la atención el desparpajo con el que andan los guanacos. Es una pequeña reserva en la que habitan una colonia de lobos marinos de dos pelos y numerosas aves marinas durante todo el año, y cada primavera llegan pingüinos de Magallanes para su ciclo reproductivo. Más allá de la belleza del lugar y de la importancia de la variada fauna, asombra la confianza con la que se mueve el guanaco en esta región de la costa patagónica, aun ante el ser humano.

En abril último, se editó en la Argentina el libro Patagonia, los grandes espacios y la vida silvestre , escrito por William Conway, conocido conservacionista de la Wildlife Conservation Society, que desde los años sesenta trabaja en la región e investiga el comportamiento de los animales autóctonos. De su lectura se desprende la otra Patagonia, no la de los lagos y la Cordillera, sino la de la gran estepa que se recuesta sobre el mar y en la que conviven aves y mamíferos, cada vez más atractivos para los turistas, especialmente para los más chicos.

Hay que tener en cuenta que hasta casi fines del siglo XIX todos estos animales convivían con las tribus tehuelches, que los cazaban para alimentarse y aprovechar sus cueros. Cuenta Musters en At home with the patagonians , editado en 1871, que los tehuelches, ya con caballos, capturaban a guanacos y a choiques (el ñandú chico de la Patagonia) rodeándolos en grupo y atacándolos con las boleadoras. El viajero inglés contó miles en aquella época. Unas cuatro décadas antes, Darwin señalaba que había más; es decir, cantidades inmensas pastando libremente, junto con otras especias como las maras y los peludos.

Pero a Darwin no le interesó mucho la Patagonia desde el punto de vista científico y en aquella época la acusó de estéril. No obstante, años después escribió: "Cuando evoco los recuerdos del pasado, las llanuras de la Patagonia acuden frecuentemente a mi memoria y, sin embargo son desiertos. ¿Por qué, entonces, esos desiertos -y no soy el único que ha experimentado ese sentimiento- han causado en mí tan profunda impresión?"

Bordeando la costa desde Camarones hacia el Norte, aparece unos cien kilómetros antes de Trelew la ya conocida reserva de Punta Tombo. Allí también se pueden ver guanacos, aunque tal vez no tan cómodos como en Cabo Dos Bahías, tal vez por la mayor afluencia de seres humanos. Sin embargo, aquí el festín lo constituye la llegada de los pingüinos, en septiembre. Cada año se repite la historia. Como respondiendo a una orden silenciosa, van apareciendo desde el mar en pequeños grupos y se dispersan en busca de su pareja, a la que tal vez no vieron durante seis meses. Las buscan, las llaman a gritos y generalmente se dirigen hacia el mismo nido que ocuparon el año anterior. Son monógamos y fieles y, como en un matrimonio ideal, hasta se turnan para cuidar a las crías.

Tierra de leyendas
"La naturaleza parece despertar aquí de un prolongado letargo", escribió el perito Francisco Moreno refiriéndose a la Patagonia. El como ningún otro recorrió sus interminables llanuras y recogió los fósiles que hoy se exhiben en el Museo de Ciencias Naturales de La Plata. Tanto en éste como en el Museo Egidio Feruglio, de Trelew, se conoce la antigua flora y fauna de la región y se hallan piezas y ejemplares que hablan de un pasado de 300 millones de años.

La Patagonia guarda misterios similares a aquel que aseguraba la existencia de la Ciudad de los Césares en los alrededores del lago Nahuel Huapi, o de los hombres gigantes que afirmaron ver los primeros conquistadores. Pero no todo quedó en el pasado. Más allá de la explotación de ciertas especies y de la introducción de otros animales que modifican la ecología del lugar, subsiste la belleza salvaje de los animales autóctonos. Para un viajero atento, es un placer toparse con bandadas de choiques que se alejan del ruido del auto, y divisar manadas de guanacos a la distancia (siempre uno de los machos, alejado del resto y vigilante ante cualquier peligro). Los zorros se cruzan por la ruta, y también se descubren pichis, o peludos, en las cercanías del agua. Si bien ya no se explota indiscriminadamente el ñandú pequeño para aprovechar las plumas ni hay grandes cacerías de guanaco, es sabido que la gente del lugar aún consume su carne, aunque en cantidades que seguramente no serán determinantes para su conservación.Según una información que William Conway brinda en su libro, quedarían dispersos en la Patagonia un millón y medio de choiques, que conviven en las estancias con los animales exóticos, en cierto modo bendecidos por los estancieros, ya que son beneficiosos como "dispersores de semilla". Hoy compiten con él por el alimento la liebre europea, la autóctona mara y la oveja, pero es más peligroso el zorro colorado, que come sus pichones. En cuanto a los guanacos, la concentración más importante que descubrieron (14.000, aparentemente) está bien al Noroeste, al sur de la provincia de Mendoza, en la Payunia.

"En la época de los tehuelches había una cantidad enorme de guanacos en la estepa -escribe Conway-. Había cóndores andinos volando por encima de sus cabezas, multitudes de choiques, grandes cantidades de maras, muchos pumas merodeando, bandadas de elegantes bandurrias moras y, en el Norte, pacientes tortugas de andar dificultoso y ruidosos loros barranqueros."

Las aves de la orilla y las ballenas de mar adentro
Sobre la costa marítima, conviviendo con pingüinos, gaviotines, albatros y cormoranes, anidan también los loros barranqueros. El río Negro, que separa las ciudades de Carmen de Patagones y Viedma, llega hasta el mar entre orillas de intenso verdor que los lugareños utilizan como balneario. En su desembocadura, cerca del balneario El Cóndor, hay una colonia que anida en las barrancas de arena que dan al mar. Su población supera los 30.000, aunque corren el peligro de ser capturados como mascotas o envenenados porque comen las cosechas.

Muchas especies de aves que habitan en las orillas suelen quedar postergadas ante la mirada del visitante. El cormorán, el biguá, la gaviota cocinera, el gaviotín, se destacan con sus gritos sobre el ruido de las olas y forman parte de aquella riqueza costera. También compiten, es verdad, con los pingüinos, y hasta hay gaviotas que picotean el lomo de las ballenas para comer su grasa, y las obligan a sumergirse precipitadamente. Pero más le teme el lobito o el elefante marino pequeño a la orca, cuando irrumpe desde el mar como un acorazado y lo arranca de la orilla de un bocado mortal. Es que los animales despliegan su naturaleza salvaje y la Patagonia es el gran escenario. En este sentido, el crecimiento del interés por observarlos en su hábitat es un modo de preservarlos.

La fiesta de las ballenas en el Golfo Nuevo, Puerto Madryn, está a pleno. En Península Valdés, declarada por la Unesco en 1999 Patrimonio de la Humanidad, parten desde Puerto Pirámides los barcos de observación que se acercan mar adentro a la ballena franca austral. En la misma península, en Punta Norte, hay colonias de elefantes marinos y de lobos marinos de un pelo. En Caleta Valdés, una importante colonia de elefantes marinos, y también suele llegar la orca en procura de alimento a las orillas.

Javier Martínez Zuviría
La Nación - Turismo
Fotos: web